Federación de Baloncesto de Madrid

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EN JUEGO - Internacionales

Madrid se volcó con los campeones



Alrededor de 20.000 personas en la plaza de Colón y miles más en el recorrido del autobús de los campeones por el centro de la capital. Madrid se volcó con la selección en la celebración de la segunda Copa del Mundo de la historia. Todos con un equipo, con una familia, que "no se ha rendido nunca, que nunca baja los brazos", como dijo Sergio Scariolo. La noche del día después era la del reconocimiento; la del homenaje de los aficionados a los campeones y de estos a una afición que hizo sentir su aliento hasta en China. Fotos: FEB
El encuentro en Colón era la etapa culminante de una jornada maratoniana para los campeones, que aterrizaron en Barajas con dos horas de retraso sobre el horario previsto. La escala prevista en el hotel se anuló y, sin descanso, la selección acudió directamente al palacio de La Zarzuela, para ser recibidos por el rey Felipe VI, y desde allí a La Moncloa para encontrarse con el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sanchez. Inmediatamente comenzó el recorrido por el centro de Madrid (Princesa, Plaza de España, Gran Vía, Alcalá, Cibeles, Recoletos...) para sentir el reconocimiento de una marea roja que inundó la plaza de Colón.

Los campeones salieron al escenario uno por uno. Primero el cuerpo técnico; después Xavi Rabaseda, Javi Beirán, Quino Colom, Pierre Oriola, Pau Ribas, Víctor Claver, Willy Hernangómez, Juancho Hernangómez, Sergio Llull, Ricky Rubio, Marc Gasol.... y el capitán Rudy Fernández, que elevó la Copa del Mundo al cielo de Madrid bajo el We Are The Champions. Todos ellos, entre bromas y cánticos, se dirigieron a los miles de aficionados presentes. Rudy calificó a la selección como su "segunda familia", Ricky alucinó con "la que hemos liado", Marc Gasol pidió el aliento del público para "cuando no ganemos...  sea cuando sea", y Scariolo (antes de ser manteado) desveló uno de los secretos a voces de los campeones: "Nunca se rinden, nunca bajan los brazos". No faltaron los clásicos cantos de "¡Llull, Llull, Llull!" ni el recuerdo del escolta a los jugadores que participaron en las ventanas. Fue la fiesta del baloncesto español.

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