DAVID GONZÁLEZ / DPTO. DE COMUNICACIÓN FBM
Fotos: D. G. / Rocío Benítez / Archivo Laura García
Está a punto de cumplir 43 años y lleva desde los 8 jugando al baloncesto. No es madrileña pero como si lo fuera. "Me siento madrileña -afirma- Mis padres vinieron a Alcalá de Henares por trabajo y empecé a jugar en el colegio Lope de Vega". ¿Y por qué el baloncesto? "Mi madre llegaba del trabajo tarde y me tenía que dejar en una extraescolar. Yo quería fútbol, siempre me ha gustado, pero entonces no había fútbol para niñas. Ni siquiera la opción de equipos mixtos. Las únicas opciones eran gimnasia rítmica o baloncesto y la gimnasia no me parecía atractiva. Enseguida destaqué. Me fui a Juventud Alcalá, estuve en la selección cadete de Madrid con José Juanas y me empezaron a llamar los mejores clubs de Madrid".
De entre todos ellos, su familia eligió el Real Canoe. "Aún no tenía 16 años y no querían que fuera todos los días desde Alcalá hasta Madrid en autobús, y luego al Canoe. Juan Díniz quedó con mi madre en que me iba a recoger a la parada de la Continental y después del entrenamiento me dejaba de nuevo en la parada".
En 2010, su último año en el Real Canoe
"Se puede decir que mi carrera deportiva se divide en tres y la de Canoe fue la primera", afirma. Trece años en Pez Volador, con un breve paréntesis en el Estudiantes (00/01), los últimos como capitana y con cifras de récord. "En el último año fui máxima anotadora nacional y MVP nacional. Era la niña de la casa, pero ya tenía 29 años y tenía que volar". A la edad en que algunas jugadoras empiezan a pensar en la retirada, Laura García buscó nuevos retos fuera de casa. Primero fuera de Madrid, después de España...
La segunda carrera de Laura García comenzó en Cadí La Seu y siguió en Hondarribia... hasta que llegó la crisis económica. "En Hondarribia-Irún fui máxima anotadora nacional. Me quería quedar, estaba muy bien, pero llegó la crisis, el Gobierno Vasco redujo su ayuda y a 28 de agosto estaba sin equipo". Ahí llegó el reto de irse a Francia, a una liga cercana pero desconocida y casi cerrada para el mercado español. La retirada de la internacional gala Clemence Beikes tras los Juegos de Londres le abrió las puertas del Saint-Amand Hainut. "El club se vio sin su estrella, se pusieron a buscar rápidamente a alguien y encontraron a una chica española que había hecho buenas cifras. Estuve cinco días a prueba, sin saber que era una prueba... cinco días que se convirtieron en siete años". Laura superó un examen tras otro ("siempre tenía la sensación de que o hacía un buen partido o el lunes estaba en casa") hasta convertirse en uno de los emblemas del club.
En Francia vivió uno de los momentos clave de su vida deportiva. "Con 33 años me rompí el cruzado. Pudo haber sido el final de mi carrera y en cambio fue una oportunidad para conocerme mejor, cuidarme más, entrenar de otra manera... Cogí un entrenador personal y una nutricionista, y gracias a ellos di un salto de calidad. Los dos últimos años en Francia hice los mejores números. Allí me sentí muy querida. Nunca olvidaré el homenaje que me hicieron".
Trece años en el Real Canoe y siete en el mismo club francés reflejan el carácter de Laura García. Combativa pero leal, fiel a unos colores. "Soy una jugadora de equipo. Cuando estoy a gusto en un sitio no me gusta cambiar. A veces a las jugadoras nos califican como mercenarias por un ir de un club a otro, pero es que los clubs te hacen contratos de un año o menos. No se casan con nadie. Ahora está empezando a cambiar en sitios como Valencia Basket, que tienen proyectos a más largo plazo, pero en mi época no. No he tenido un contrato de dos años hasta que llegué a Leganés. Siempre he ido renovando año a año. Soy una persona de club. Creo en los valores y la implicación que te da vestir la camiseta de un club. En un año no te da tiempo a conectar con la filosofía del club o con la gente".
Canoe, Francia... y el regreso a España. La tercera etapa de una larga carrera. Las cosas pintaban bien, con una Liga Femenina más fuerte que cuando se marchó, pero si antes fue la crisis económica ahora fue la pandemia. Su primera temporada en IDK Euskotren se interrumpió en marzo de 2020, como la vida de todos, y un problema personal derivado de la pandemia provocó que quisiera regresar a Madrid, "bajando mi caché, perdiendo condiciones que tenía en otros sitios". Sus tres temporadas en Leganés tuvieron más sombras que luces. "En tres años tuvimos seis entrenadores", resume. Además, la edad empezaba a pesar, quizá no en las pistas pero sí fuera. "Cuando una jugadora joven se lesiona y se pierde siete partidos no pasa nada, pero si me lesiono yo con 42... Desde que llegué de Francia he mantenido los mismos números pero con menos caché. Menos dinero porque tienes un año más".
Una breve experiencia de mes y medio en México fue el prólogo a la última temporada en Leganés... ¿y a la retirada? A punto de cumplir 43 años, Laura García no lo ve así: "No me quería retirar ni me quiero retirar. Me niego a retirarme, aunque a veces siento que me están retirando sin que yo decida hacerlo, que me vienen las cosas sin tener yo el mando". En cualquier caso, hay que preparar el futuro: "Hace unos años que hago entrenamientos personales, tecnificaciones de baloncesto y acondicionamiento físico. Ha creado mi marca personal, LauTen".
Esa resistencia a dejar las canchas tiene mucho que ver en su incorporación al Valcude Alcobendas de la Liga VIPS, aunque todo fue fruto de la casualidad. "A una niña que entreno la cogieron en Valcude. Recordé que aquí está Sara Sánchez, que coincidió conmigo en Leganés, quedamos para tomar un café. De repente, me ofreció la coordinación de la preparación física, llevar un equipo de niñas y, de paso, me dijo que tenían un equipo..." Tras su incorporación al Valcude, Laura ha recibido ofertas de categorías superiores, pero una vez más sale la lealtad a los colores y a las personas: "Soy muy de palabra. Además, aquí está José Cerrato, con quien también coincidí en Leganés, un gran profesional. Por amistad con José y Sara me he involucrado en todo esto. Tengo la puerta abierta a recibir ofertas, pero estoy construyendo esto y no sé hacer las cosas a medias".
En la larga trayectoria de Laura García ha habido de todo. "Llevo 25 años comiendo del baloncesto y estoy muy orgullosa de mi carrera", afirma. Pero también hay espinitas clavadas, como no haber entrado nunca en una convocatoria de la selección absoluta, "al menos en una lista de 32". Y lo peor: "De esos 25 años debo tener cotizados diez u once. Muchas veces he tenido contratos de ocho meses o ni siquiera eso, hasta el día exacto hasta que terminaba la liga. No es fácil ser jugadora profesional de baloncesto". También es verdad que la sociedad ha cambiado a mejor: "Cuando yo era pequeña no tenía referentes. No había Internet ni Google. Mi único referente era Michael Jordan por los resúmenes de la NBA que ponían en La 2. Ahora las niñas sí tienen referentes, la selección femenina están haciendo grandes campeonatos, hay más cultura deportiva, está Instagram, Tik Tok... Todo es más visible".