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"Toca adaptarse a lo que tienes"



De niño jugaba al baloncesto en el patio de su colegio de Las Palmas con un tal Carmelo Cabrera. En Madrid, conoció a Antonio Díaz Miguel, Fernando Martín y a todo el baloncesto de los ochenta, y encontró su casa en el Real Canoe, donde lleva más de ...

EntrevistaAranzabal1De niño jugaba al baloncesto en el patio de su colegio de Las Palmas con un tal Carmelo Cabrera. En Madrid, conoció a Antonio Díaz Miguel, Fernando Martín y a todo el baloncesto de los ochenta, y encontró su casa en el Real Canoe, donde lleva más de veinte años, los quince últimos ininterrumpidos. Miguel Ángel Aranzábal (Las Palmas de Gran Canaria, 01-03-1953) es un clásico del baloncesto madrileño, que recuerda tiempos pasados mientras mira al futuro con cierto pesimismo.



 

 

Llevas casi toda la vida en Madrid, pero naciste en Las Palmas...

Sí, vivía al lado del colegio Corazón de María Claret, que tiene un arraigo con el baloncesto espectacular. De hecho, el Gran Canaria en los estatutos se llama Claret. De ahí sale Pepe Moriana, que es el que levanta todo el baloncesto canario, y el colegio tenía una liga interna muy fuerte. Además, en Canarias hace buen tiempo y se puede jugar en la calle hasta las nueve o nueve y media de la  noche. En aquellos años solo existían los futbolines, pero en Canarias no ibas porque te quedabas todo el día en el patio, que estaba lleno de canastas. Vivía al lado de Carmelo Cabrera, que era tres años mayor que yo, y ya era una institución en el Claret. Él era juvenil de primer año y yo infantil, y echábamos pachangas.

¿Cuando llegaste a Madrid?

En el 68. Juego dos años como juvenil en los Escolapios de Getafe y después en el júnior de Vallehermoso...

EntrevistaAranzabal2bMiguel Ángel Aranzábal (tercero por la izquierda de pie) como jugador
de San Lorenzo de El Escorial a principios de los ochenta.

¿Y desde el Vallehermoso hasta el Real Canoe...?

Hice el servicio militar y durante ese año y medio no jugué. Después estuve en mil equipos, de los que muchos no existen, como Hermandades del Trabajo, la EMT, Cafés La Estrella, Ingenieros Industriales, Escolapios de Pozuelo, El Escorial... Mientras, estudié Hostelería y Turismo y en 1980, monté un pub relacionado con el baloncesto que se llamaba Rebote. Pusimos una pantalla gigante, pero en esos años aquí la NBA no se conocía y era muy difícil conseguir cosas... Conseguimos algo a través de la Agencia EFE en Super 8 y en 16 mm, que teníamos que reconvertir en vídeo, hasta que logramos un contacto en Alemania. Nos hicimos suscriptores de una revista alemana y ellos nos enviaban paquetes con partidos.

Allí conociste a mucha gente...

Sí, Rebote se puso muy de moda y fue un lugar emblemático en Madrid. Venía gente de baloncesto, como Fernando Martín cuando era júnior, o Indio Díaz, y también de fútbol como Butragueño y Sanchís... Todos los lunes hacíamos unas charlas en las que estuvieron, entre otros, Antonio Díaz Miguel o Lolo Sainz, y todos los años dábamos unos premios al baloncesto madrileño. Me hizo mucha ilusión que en un reportaje que le hicieron a Díaz Miguel para el As Color puso nuestro trofeo entre los que más cariño tenía.

¿Cuándo empezaste a entrenar?

En 1986 llegué al Canoe como jugador y entrenador. Tenía 33 años y me apetecía empezar a entrenar. Busqué un club en el que aparte de jugar pudiera llevar algún equipo. En Escolapios de Pozuelo iba a tener un infantil, pero Canoe me ofreció un cadete.

En aquellos años, el Canoe era uno de los clubs punteros no solo de Madrid sino también del baloncesto nacional. ¿Qué impresión te causó?

Muy buena. Es lo que estaba buscando. Hasta llegar aquí, y debido a mi negocio, cambiaba mucho de equipo. Cuando llegué a Canoe es como si llegara a mi casa. El  segundo año que entrené al cadete fuimos al Campeonato de España y quedamos terceros solo por detrás del Barça y el Real Madrid, y por delante del Joventut. Me enganché y desde entonces soy canoísta de toda la vida.

EntrevistaAranzabal3En 1986 llegó al Canoe. En la foto está en el centro, al frente de su equipo.

Pero en 1993 te marchaste...

Sí. Lo cogí con mucho entusiasmo y llegó un momento en que estaba aquí todo el día. Jugaba en el Tercera División, entrenaba el cadete, era monitor de las escuelas y daba técnica individual. Y además mi trabajo. Ocho años así me saturaron un poco. Encima entró aquí el Real Madrid y yo no estaba muy de acuerdo. Me llamaron de Las Rozas y me fui a la categoría más alta que he estado que entonces era Primera B y ahora equivaldría a LEB Oro. Con un presupuesto muy bajo y un americano, quedamos en media tabla, pero tanto viaje me mató y me tomé un año sabático. Desde que tengo uso de razón ha sido, junto a la mili, el único año de mi vida que he estado sin baloncesto.

¿Cómo te lo tomaste?

Descansé, pero también te das cuenta de que te apetece volver. Hay veces que no valoras lo que tienes, y descansar un año es bueno para darte cuenta. Por eso, cuando me llamaron de Colmenar Viejo me fui corriendo. Estuve dos años encantado hasta que me llamó Canoe que era mi club. Había que empezar casi de cero y me ofrecieron el primer equipo, que entonces estaba en Primera Nacional.

En todos estos años el baloncesto, ¿cuál es el mayor cambio que has notado?

El dinero, que lo ha cambiado todo. Antes todo era más familiar. Ibas al antiguo pabellón del Real Madrid, en la Castellana, había 3.000 personas viendo el baloncesto y nos conocíamos casi  todos... Era como una familia. Porque no había dinero. El que jugaba o entrenaba lo hacía gratis o ponía dinero, y los directivos igual. Solo se ganaba algo en Primera División, pero cuando Carmelo Cabrera se fue del Madrid, con 33 años, ganaba 100.000 pesetas al mes, que en el año 78 era un buen sueldo pero nada más. Con eso no te hacías millonario. Y era un jugador de ACB más de cien veces internacional... Nada que ver con lo que hay ahora.

Decían que una de las diferencias con el fútbol es que los jugadores de baloncesto eran universitarios...

El 80 o el 90 por ciento de jugadores de baloncesto éramos universitarios o estábamos estudiando algo, porque nadie se planteaba vivir del baloncesto. Alfonso del Corral es médico, igual que Cristóbal Rodríguez y Corbalán. Beirán es psicólogo. Tíos que han jugado en el Madrid y han sido internacionales. Si casi todos los de ACB estudiaban su carrera, cómo no lo iba a hacer un pringao que jugaba en Primera B o en Segunda.

EntrevistaAranzabal4Con este Canoe cadete fue tercero de España. Aranzábal es el primero por la izquierda.

¿La inyección de dinero que vino después tuvo un lado bueno y otro malo?

Sí. En los años ochenta el único deporte del que se podía vivir era el fútbol con excepciones como Manolo Santana, Ángel Nieto y dos o tres más. Los clubs de baloncesto estaban formados por locos con ideales, y tú entrenabas o jugabas gratis. Después llega el dinero y empieza a aparecer gente que antes no existía. Empiezan las envidias, la política... lo que menos me gusta del baloncesto. Antes tampoco existía el poder mediático que hay ahora. El que jugaba lo hacía solo porque le gustaba y nadie pensaba en que iba a llegar a la NBA ni a resolver su vida. Luego, claro está, se ha ganado en muchísimas cosas. Por ejemplo, antes en Madrid solo había cuatro pabellones cubiertos, y el jugador ha evolucionado una barbaridad técnica y físicamente.

¿Cuáles son los mejores recuerdos que guardas?

Sobre todo muchísimos amigos. Yo entrené a la generación del 71 y el 72 y, después de tantos años, seguimos en contacto por whatsapp. Deportivamente, mi primer trofeo, ese tercer puesto en el Campeonato de España cadete el segundo año de estar en el Canoe.

En aquellos años también existía la categoría juvenil.

Había infantil, cadete, juvenil y júnior, un año más de formación, y creo que deberíamos volver a eso porque ahora el salto de júnior a senior es enorme. Lo estamos viendo nosotros con el EBA. Meter un año más de formación vendría muy bien. Recuerdo el caso de Alberto Herreros. Estuvo en juvenil en Menesiano. El equipo desapareció y no le quería fichar nadie. Un tío suyo jugaba aquí y nos empezó a insistir. Vino a las pruebas con el brazo escayolado porque se lo había roto, pero su tio insistió tanto que le fichamos. Cuando le quitamos la escayola, empezó a meterlas... Al año siguiente Estudiantes y Real Madrid se pegaban por él gracias a que tuvo un año más de formación.

¿Es el jugador que más te ha sorprendido?

Sí. De ser totalmente desconocido, de alternar nuestro júnior con el equipo de Tercera División a debutar en ACB y mira dónde ha llegado. Es un claro ejemplo de que en un año te puede cambiar la vida. Algo mal estamos haciendo si a un júnior bueno, que ha estado en un Campeonato de España, le cuesta jugar en EBA. Por eso, yo me plantearía volver a introducir la categoría juvenil.

Entonces, ¿el salto de júnior a ACB es casi imposible?

Si no pueden jugar en EBA, ¿cómo van a llegar a la ACB?

EntrevistaAranzabal5El histórico pabellón de la calle Pez Volador es su segunda casa desde hace décadas.

Desde que volviste al Canoe has entrenado casi siempre senior, ¿cuál es la principal diferencia entre trabajar con senior y con categorías de formación?

Todo. Las satisfacciones que te da un equipo de formación no te las da un senior. Vas metiendo información en una esponja. Los niños absorben todo, son mucho más agradecidos, te escuchan, creen en ti, y tú ves como mejoran día a día. El trabajo es más gratificante y enriquecedor, aunque también es verdad que como entrenador tienes metas y un equipo senior te permite utilizar más táctica.

¿A veces hay demasiada tentación de competir en formación?

En formación no se debe utilizar tanta táctica. El año pasado en alevín municipal veía auténticas barbaridades, sistemas o bloqueos directos con niños que no sabían ni botar ni pasar. Como cualquier persona, el entrenador se tiene que formar. No solo entrenas fundamentos también comportamientos y actitudes. Eres un educador. Hay entrenadores que utilizan sus equipos para sus logros personales y debería ser lo contrario.

¿Falta formación también en los técnicos?

Pero es un problema de la sociedad, que todos somos entrenadores y sabemos de todo, de fútbol, de baloncesto... Antes te formabas mucho más. Ibas a los Campeonatos de España como espectador y en los hoteles charlabas con las vacas sagradas, con Manel Comas, Lolo Sainz, Aíto García Reneses... y aprendías de ellos. También en los clínics y conferencias. Ahora no. La gente no va a ningún lado, ni a los entrenamientos. Por ejemplo, el año pasado teníamos aquí a dos grandísimos entrenadores muy diferentes: Pepe Laso, que en formación es de lo mejor que he visto en mi vida, y Javi Juárez. No vino nadie a ver los entrenamientos. A mí no van a venir a verme porque no soy nadie, ¡pero a Pepe Laso! Cualquier entrenador que está empezando, puede venir, se sienta en la grada y aprende. Eso es lo que se hacía antes. Veías gente en la grada cogiendo apuntes.

EntrevistaAranzabal6b¿Eso también ha cambiado?

Antes entrenabas porque te gustaba, porque era tu hobby. Nadie se planteaba entrar en el baloncesto para vivir de él porque era imposible. Miguel Ángel Martín era directivo de Kodak, y no lo dejó cuando empezó a entrenar en ACB porque sabía que el baloncesto es efímero. Todos los entrenadores mantenían su trabajo. Cuando vino el boom se empezó a ganar diez veces más y desde entonces un entrenador profesional solo se dedica al baloncesto.

¿Tal y como están las cosas en el aspecto económico volveremos a aquellos años?

Creo que sí. No quiero ser agorero, pero lo llevo diciendo desde hace dos o tres años. Cuando desaparezca el dinero, va a desaparecer del baloncesto mucha gente. En el momento que no hay dinero todo el mundo se va.

En el Canoe también han llegado los recortes. Esta temporada el equipo masculino ha tenido que renunciar al ascenso a LEB Plata y el femenino ha salido en Primera Nacional, ¿ha sido uno de los momentos más duros?

Sí. Fue muy duro porque durante diez días nos levantábamos y no sabíamos si estábamos en LEB Plata, en EBA o en ningún sitio. Llegamos a plantearnos salir en Primera Nacional pero no teníamos plaza. Al final salimos en EBA con lo mínimo. Los entrenadores y los jugadores no cobramos nada. Yo tengo mi sueldo como director técnico y por llevar las escuelas, y Luis [Moreno], que es mi segundo, por entrenar el júnior. Los únicos gastos del EBA son los viajes, los gastos federativos y la ropa.

¿Para el futuro eres pesimista?

El baloncesto, como el país, ha vivido por encima de sus posibilidades, y eso tarde o temprano se paga. No es normal que en EBA algunos jugadores ganaran 1.000 o 2.000 euros, porque eso no se genera. En el deporte hay que tener ingresos propios. No puedes vivir de subvenciones, que ya no existen, o de patrocinadores, que se van. Si no metes gente en el pabellón o metes gente y nadie paga ¿quién sostiene eso? El nuestro es un club sin ánimo de lucro, en el que lo que se genera se reinvierte, y tenemos la suerte de que el socio genera dinero que nos da para hacer deporte, pero en otros clubs no pasa. Yo creo que las subvenciones deberían ir a formación. Yo subvencionaría colegios y clubs de cantera, no a los equipos de élite.

Así las cosas, ¿la filosofía del Canoe va a ser puramente formativa?

Esa es la idea. Tampoco tenía mucho sentido tener el equipo del año pasado, pero también estaba motivado por las circunstancias económicas. Llevábamos cuatro o cinco años con el mismo presupuesto. Hace cinco años éramos pobres, hace tres estábamos en mitad de la tabla y los dos últimos, como los demás habían bajado, éramos hasta ricos. Teníamos un gran equipo. Pero quedar dos años primero, perdiendo solo nueve partidos, está bien si puedes jugar en LEB Plata, y la realidad es que sin un sponsor no puedes hacerlo.

EntrevistaAranzabal7Con el actual Real Canoe de Liga EBA.

¿Cuál es entonces el futuro del baloncesto en el Canoe?

Si no aparece un sponsor fuerte, volcarnos en la formación, crear nuestros propios jugadores que terminen jugando en nuestro equipo y hacer el baloncesto que podamos. Es como en una familia. Tú tendrás la casa que puedas pagar y el nivel de vida que te permitan tus ingresos para tener una economía saneada. Si entran diez euros, puedes gastarte como mucho nueve. Hay que adaptarse a lo que tienes, tener una base sólida, sin pies de barro. Este club lleva casi 80 años y ahí sigue. Otros han aparecido y han desaparecido. Que vienen buenos años, estás arriba; que vienen malos, estás abajo. Pero ni desapareces ni te arruinas. ¿Y de qué te vale una cantera con 80 niños si ninguno llega al senior? No tiene sentido. Tienen que jugar los nuestros.

Y en tu caso personal, ¿hasta cuándo estarás en los banquillos?

Hace dos años el club me planteó ser solo director técnico. Me dio pena, pero me convencieron y dejé los banquillos. Pensaba que ya no iba a volver, pero lo he hecho este año por las necesidades económicas, y estoy encantado porque a mí lo que me gusta es entrenar. Sigues teniendo ilusión, y para mí es una lección lo de Pepe Laso que con la edad que tiene [75 años] sigue ahí, cómo le gusta y las horas que echa. Lo dejaré el día que no me haga ilusión, en que esto sea una rutina y me cueste venir, pero todavía no ha llegado.

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