Federación de Baloncesto de Madrid

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"Enseñamos a disfrutar del esfuerzo"



A sus 31 años, Javier Zamora ya ha sido campeón de España siete veces (las cuatro últimas consecutivas) como entrenador o ayudante de las selecciones de Madrid. El técnico madrileño compagina su labor en la FBM y en la FEB con el día a día en el Movi...

EntrevistaZamora1A sus 31 años, Javier Zamora ya ha sido campeón de España siete veces (las cuatro últimas consecutivas) como entrenador o ayudante de las selecciones de Madrid. El técnico madrileño compagina su labor en la FBM y en la FEB con el día a día en el Movistar Estudiantes, donde entrena al equipo de Liga EBA y al júnior A. Formación por encima de todo, con tres conceptos clave: esfuerzo, talento y carácter. Pero Zamora no olvida sus inicios en el club de su barrio, el Olímpico 64, su debut en la selecciones madrileñas como ayudante de Javier Juárez (ahora rival y amigo) o su etapa en el baloncesto femenino. (Foto: FEB)



 

 

Empezaste a jugar al baloncesto en el club Olímpico 64, ¿por qué este deporte?...

No recuerdo exactamente cuál fue el comienzo, pero sí que empecé en el basket porque en el barrio se mamaba desde pequeño gracias al club Olímpico 64. Cuándo éramos críos íbamos a ver jugar al Olímpico 64 al parque y esa afición al baloncesto se extendía antes y después de los partidos, cuando nos quedábamos echando unos tiros. Esa fue la semilla, la esencia de basket que tiene el barrio.

Además de un histórico del baloncesto madrileño, el Olímpico 64 es el prototipo de club de barrio. Ahora trabajas en el Estudiantes, un club con una estructura profesional, ¿qué diferencias y semejanzas hay entre los dos?

El Olímpico 64 es un club muy especial, un sentimiento, una especie de lucha y sueño por sacar las cosas adelante, por tratar de hacer del baloncesto una forma de vida y emplearlo para socializar, para crear vínculos. Allí es muy común ver a padres entrenando a hijos o a niños nietos de exjugadores. Verlos ahora en una categoría como Liga Femenina 2 parecía impensable, pero después de vivirlo desde dentro lo entiendes por las personas y las ilusiones que mueve ese club. Eso es lo que lo mantiene vivo y cada vez lo va haciendo más grande. Esa esencia de basket natural, puro y duro, con la única ambición de jugar cada día, también se respira en esta institución como es el Ramiro y el Estudiantes. Como jugador, yo vine dos temporadas a probar aquí, finalmente no fructificó, pero mi hermana sí ha jugado aquí. Para mí la palabra Estudiantes engloba muchas cosas y solo llevar su escudo colma la aspiraciones de cualquier jugador o entrenador. El Olímpico 64 y el Estudiantes son clubs muy diferentes en muchas cosas, pero la esencia de respirar basket es la misma, con los chicos tirando a canasta a todas horas.

¿Cuándo te diste cuenta de que querías entrenar?

Fue un poco accidental. Como jugador, salí de Olímpico y acabé recalando en el colegio Buen Consejo, donde formamos varios equipos muy competitivos. Con 18 años volví al Olímpico a jugar en Primera Nacional y esa pretemporada me lesioné la rodilla. Me rompí el ligamento cruzado. Por lo que veía de mí como jugador y por mi carácter, Santi [Santiago Díaz] me preguntó si quería probar a entrenar... Según iba entrenando me impliqué más y más hasta que se me fue un poco de las manos (risas) y acabé llevando tres equipos. Los resultados fueron muy positivos. Metimos al júnior en playoff durante varios años. Y el gran paso para mí como entrenador fue cuando después de esos años dando guerra a los grandes clubs con el júnior de Olímpico 64 y con el Nacional metiéndonos en final four, en 2006 me llamó la Federación de Baloncesto de Madrid para disputar con la generación del 93 el Campeonato de España Infantil como ayudante de Javier Juárez.

Y desde entonces diez campeonatos de España seguidos...

Sí, el basket me ha dado muchas alegrías sin parar. He tenido mucha suerte. Desde el mismo debut con Javi Juárez, a quien me une una gran admiración, amistad y un montón de vivencias.

EntrevistaZamora2Javier Zamora recibe la felicitación de Juan Martín Caño tras la conquista del Campeonato
de España Infantil en Huelva. Detrás, Borja Castejón, director técnico de la FBM. Foto: FEB

Curiosamente, ahora sois rivales directos [Juárez es el entrenador de los equipos EBA y júnior del Real Madrid]...

Javi es uno de los grandes entrenadores del panorama nacional y la rivalidad que podamos tener ahora no llega ni a la suela de los zapatos a nuestra amistad. Nunca pensé enfrentarme a él en un banquillo y esta temporada lo vamos a hacer siete u ocho veces.

Llevas 13 años entrenando, ¿cuál es la función de un entrenador aparte de ayudar a ganar partidos?

Un entrenador abre un montón de caminos e intenta inculcar unos valores. Todos los entrenadores intentamos transmitir lo que los jugadores deben representar. El gran objetivo del entrenador es lograr el mayor crecimiento del jugador y que, al mismo tiempo, el jugador disfrute de la disciplina, el respeto, la intensidad... Que el jugador disfrute del esfuerzo. Esa es la clave. Creo profundamente en el esfuerzo. Transmitimos a los jugadores que todo esfuerzo tiene una recompensa. A lo mejor no es la que queremos, a lo mejor el esfuerzo que ponemos a lo largo de una temporada no se traduce siempre en la victoria, pero sí en ser mejor jugador, mejor compañero y mejor persona. Siempre que hay un esfuerzo detrás hay una recompensa, y hay que disfrutarla.

¿Las derrotas a veces vienen bien?

Estoy convencido de ello. Todos los equipos tienen que pasar por momentos de dificultad para crecer. Superar la adversidad es fundamental para cualquier equipo. Incluso cuando no hay adversidad, hay que crearla para que el equipo la supere y sea mejor.

EntrevistaZamora3¿El deporte forma parte de la educación?

En nuestra sociedad, el deporte es uno de los motores de todo. Está claro que los valores de un deporte de equipo van más allá que los de uno individual. En un deporte individual, aprendes a conocerte mejor a ti mismo, a superarte... en uno de equipo aparte de todo eso, tienes la generosidad, pelear junto a alguien por un mismo fin... He practicado muchos deportes, pero siempre he preferido los de equipo.

En cantera siempre aparece el debate entre formar y competir...

La competición es intrínseca al deporte. No hay deporte sin competición. Hay que formar compitiendo y extraer de la competición las mejores conclusiones posibles para seguir formando sin generar frustración; al revés, estimulando la superación... por ejemplo, venir a entrenar con las mismas ganas cuando tu equipo pierde partidos todos los domingos.

Pero parece complicado, ¿cómo mantienes la motivación de un chico que pierde un partido tras otro?

Hay que disfrutar de las pequeñas cosas. Cuando era jugador y perdíamos, a lo mejor pasábamos más tiempo juntos fuera de la cancha porque el equipo se unía más y tendía a hacer más dinámicas de grupo, más salidas... Eso también es positivo.

En la pista, ¿cómo se combina el talento individual con el juego colectivo y la pizarra del entrenador? ¿Es complicado que no prevalezca una de las tres cosas?

La clave está en poner el talento individual a disposición del equipo en el momento adecuado. Muchas veces hay que dar libertad al talento individual de un jugador y en otros momentos hay que orientarlo y dejar que se exprese en una determinada situación. Ahí está la dificultad y lo bonito de este trabajo, en orientar el talento de los jugadores. Debemos desatar ese talento en las direcciones que consideramos mejores para el equipo y en el momento adecuado, el que te pide la competición. No es buena ni la rigidez absoluta ni la libertad absoluta. Como todo en la vida, se trata de buscar el equilibrio.

Has conseguido siete títulos de campeón de España, los cuatro últimos como seleccionador infantil, ¿cuál es el secreto?

Siempre estaré agradecido a la Federación de Baloncesto de Madrid porque, como te he dicho, fue mi punto de inflexión como entrenador. ¿Cuál es el secreto? Está en el trabajo de los entrenadores de Madrid, de los clubs y colegios, y de los jugadores. No solo destaca la selección infantil masculina sino que todas demuestran año tras año que el baloncesto madrileño está a un nivel muy alto. Pero he disfrutado tanto los siete campeonatos que han acabado con el oro como los que no. Los Campeonatos de España son un capítulo básico en la formación de cualquier jugador y todo el esfuerzo que se haga para que continúen repercute en que el baloncesto español se mantenga al nivel en el que está. No hay ningún secreto. Solo disfrutar al máximo de cada campeonato y cada generación.

Aparte de la mejora técnica, reflejada en los Campeonatos de España, en los últimos veinte años no ha parado de subir el número de equipos federados en Madrid, ¿notas esa mayor afición por el baloncesto?

Lo que sí he notado es que cada vez es más complicado formar los grupos de las selecciones. Cada vez que te enfrentas a hacer una lista de doce tienes mil dudas. Y a lo mejor no eliges a los mejores jugadores, sino la mejor combinación de jugadores posible. Es muy difícil y cada año se quedan fuera de la lista grandísimos jugadores. Eso habla de gran nivel que hay en Madrid. Todos los procesos de formación que la federación ha puesto en marcha, cada vez desde más pequeños, es lo que da el éxito año tras año a las selecciones autonómicas de Madrid. Un aspecto fundamental es el trabajo que coordina José Luis Alderete en las primeras etapas, fomentando el descaro y el talento del jugador. Ese trabajo en la base, esa semilla que se ha formado en los últimos años, lo hemos recogido arriba, en las selecciones.

EntrevistaZamora4Enseñando fundamentos individuales en el Magariños, su nueva 'casa'.

Tanto en las selecciones de Madrid como en las españolas recoges lo mejor de cada casa. ¿Es complicado  dar forma a un bloque con talentos que son referencia en sus equipos, asignar a cada uno su rol?

La dificultad de la selección de jugadores está en discernir qué jugadores van a formar el grupo y para qué. Cada generación es diferente. Hay generaciones con grandes, otras con jugadores más pequeños, otras con mucho talento en la posición de base... La clave está en que cada uno asuma el rol que tiene en el grupo en los 15 días de preparación, porque al final la formación del jugador se desarrolla en sus clubs, en el trabajo diario. Nosotros nos nutrimos de ese trabajo y lo enfocamos a una competición determinada.

En las selecciones has tenido a muchos talentos naturales como Luka Doncic o, ahora, Usman Garuba, con un foco mediático desde muy jóvenes, pero que siguien siendo niños de 12 o 13 años...

Lo bueno es que dentro de las selecciones el ambiente que vivimos en la concentración o en el hotel es de niños de 13 años. Lo que pueda haber detrás solo lo vemos los adultos. En mi primera selección, la del 93 con Javi Juárez, estaba Jaime Fernández. Ahora coincido con él en la pista del Magariños y voy a verle jugar al Palacio y es un muy satisfactorio ver cómo ha sido su proceso y cómo han intervenido todos sus entrenadores en formar a un jugador que también era un grandísimo talento. De hecho, todos los que pasan por las selecciones son grandes talentos.

Pero hay que dejar un proceso normal, no acelerar ritmos...

El proceso de cada uno lo va marcando el tiempo y tanto en el caso de Luka como en el de Usman el Real Madrid está teniendo un proceder exquisito. Como reflejo, ahí está su rendimiento en la pista y, sobre todo, su comportamiento fuera de ella. El mérito está en detectar ese talento, captarlo y formarlo sin perder la perspectiva de que son niños. Es un trabajo muy laborioso que no se hace solo con un balón y una canasta.

Aparte del talento individual, ¿qué papel juega la intensidad, el carácter del jugador?

No todos los jugadores con talento llegan, pero todos los jugadores que llegan tienen un gran carácter. Muchas veces entendemos el carácter competivivo como agresividad o intensidad, pero también es superar una lesión, saber aceptar un refuerzo negativo de un entrenador e interpretar el porqué, aceptar una derrota, superar una mala racha de resultados con una sonrisa y arropando a los compañeros en el vestuario... Ese carácter es imprescindible y si va acompañado de talento, mucho mejor.

Has entrenado tanto equipos masculinos como femeninos, ¿hay diferencias?

Mi experiencia en el baloncesto femenino ha sido más que excepcional. El baloncesto femenino es más agradecido porque ellas luchan contra muchas más cosas. Las chicas que juegan al basket tienen mucho más mérito que los chicos. Ves jugadoras en Liga Femenina, la máxima categoría, o en Liga Femenina 2 que se costean su formación, que viajan en furgonetas a jugar un partido a 700 kilómetros con ida y vuelta en el mismo día, que desarrollan los mismos valores en la cancha con un esfuerzo extra... En el Olímpico 64 he coincidido con jugadoras maravillosas. Creo que nunca se repetirá el grupo que formamos por ejemplo la temporada pasada cuando ascendimos a Liga Femenina 2. Esa imagen en el Canoe en la que todas sus compañeras guardaron un sitio para Manuela Palomares que se perdía la fase de ascenso por ser madre es un símbolo que refleja como es el baloncesto femenino. Son jugadoras, madres y luchadoras que se sacrifican por un deporte con muchos menos medios y por encima de su bienestar personal. Las chicas valoran mucho más los intangibles que los números, más el carácter que las estadísticas. Cuando un equipo de chicas está unido es indestructible.

EntrevistaZamora5Al frente del Olímpico 64 Colegio Santa Gema, el día del ascenso a Liga Femenina 2.

La temporada pasada llegaste al Movistar Estudiantes, ¿con qué objetivos?

El proyecto EBA-Júnior de Estudiantes es divertido, ambicioso y está hecho para los jugadores. El equipo sale a competir, pero sobre todo a dejar espacio a los jugadores jóvenes para que se desarrollen en un ámbito de máxima exigencia en la competición; desarrollar el talento del jugador en la adversidad, desde la inferioridad y no la superioridad física o de talento, porque aprender en la victoria constante es difícil. Se trata de ponerles a prueba, que salgan sus carencias, que aprendan de ellas y las superen. Y creo que lo estamos consiguiendo.

En el Estudiantes se mira mucho la cantera, quizá es uno de los clubs de España que más foco tiene en las categorías inferiores...

Poder formar parte de la cantera del Estudiantes es la aspiración de todo entrenador de formación, darte la vuelta y ver aquí a todos estos niños con un balón... Estudiantes es cantera.

¿El salto de un júnior, aunque sea de primer nivel, a la Liga Endesa sigue siendo muy alto?

Sí, el salto de júnior a ACB sigue siendo muy grande. Por eso los clubs intentamos que los pasos sean más cortos, poniendo a los júnior a competir en EBA para acercarlos un poco. Es fundamental e imprescindible que los jugadores tengan ese paso intermedio en competiciones de un gran nivel como las categorías FEB en las que pueden crecer, muchas veces fuera de su club y de  su zona de confort. Que salgan a la realidad del baloncesto EBA o LEB.

Estudiantes, FBM, FEB... ¿de dónde sacas el tiempo? Porque hablamos del sacrificio del jugador, pero también está el del entrenador.

Todos los entrenadores hipotecan parte de su vida personal por el basket. El esfuerzo que hago yo es el que hacen miles de entrenadores en sus coles, coordinando canasta grande, canasta pequeña... con el benjamín, el infantil o el júnior. El trabajo de todos los entrenadores de cantera parte de la ilusión, es una forma de vida que hipoteca mucho tiempo personal o de ocio por el sueño de entrenar.

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