Hace veinte años del oro en el Mundial de Lisboa, ¿qué recuerdos quedan?
Los recuerdos son difíciles de borrar porque afortunadamente la gente te lo recuerda casi todos los años por estas fechas. Queda la sensación de haber hecho algo importante y el paso del tiempo confirma la dimensión que tuvo ese oro de Lisboa, más que nada por la progresión que tuvieron los jugadores y la importancia que tuvo para el baloncesto español.
Primera Gala del Baloncesto Español y reconocimiento a ese equipo...
Estoy agradecido de que se hayan acordado de este gran equipo, de lo que sucedió hace veinte años. Es un reconocimiento muy importante. En su momento parecía que no iba a tener mucha trascendencia y al final ha sido muy importante para el desarrollo del baloncesto español, ha ayudado a mucha gente a seguir adelante y a mejorar como jugadores.
Fue el comienzo de los años dorados...
Sí. Una vez terminada su etapa júnior, los jugadores se integraron poco a poco en la selección sénior. Luego llegaron el Mundial de Japón, los éxitos en los Juegos Olímpicos...
¿En aquel Mundial eras consciente de que estabas ante una generación que podía llegar tan lejos?
Sí. Nosotros ya sabíamos que estos jugadores eran muy importantes, más que nada porque sus clubs empezaban a apostar por ellos, algo difícil en edad júnior e incluso en el primer año senior. Yo habia estado muchos años entrenando júnior en el Real Madrid y vi que era la primera generación por la que todos los clubs importantes apostaban para hacerles sitio en su equipos ACB. El éxito en Lisboa les dio el espaldarazo definitivo para consolidar ese sitio en ACB, y luego con su trabajo y su progresión demostraron que podían hacer historia.
Es curioso recordar que Pau Gasol, el jugador que ha llegado más lejos, con dos anillos de la NBA, no era titular en esa selección...
Sí. En aquel momento Pau no estaba todavía formado, no se había desarrollado. Hablo físicamente, porque mentalmente y en los aspectos técnico y táctico ya podía hacer de todo. Lo que pasaba era que su físico en ese momento le lastraba un poco. Cuando se puso más fuerte y se desarrolló al cien por cien, se convirtió en lo que es, el mejor jugador de la historia del baloncesto español.
¿Qué jugadores destacaban entonces?
Lo teníamos muy claro con los tres pequeños, Carlos Cabezas, Juan Carlos Navarro y Raúl López. Estábamos convencidos de que iban a ser jugadores muy importantes para el baloncesto español porque, aparte de su talento, eran jugadores muy comprometidos, con muchas ganas de aprender y de mejorar. Invertían mucho tiempo en mejorar. También teníamos mucha confianza en Felipe Reyes y Germán Gabriel, o en Antonio Bueno... Pero todos sabíamos que el mejor iba a ser Pau Gasol. Eso lo sabíamos todos los que tuvimos la suerte de entrenarle, tanto en la selección como en el Barcelona.
¿Aunque todavía no estuviera formado físicamente?
Exactamente, pero por cómo hablaba, cómo pensaba, cómo entrenaba, por la progresión que iba teniendo... Se manejaba bien en varias posiciones. Tenía toda la pinta de ser un crack, como así ha sido.
En la final ante Estados Unidos [94-87] jugaron once de los doce jugadores...
Siempre jugábamos como un mínimo con diez. Jugábamos en equipo. Todos eran importantes en sus clubs, pero en la selección muchos eran los segundos espadas, no eran tan protagonistas. Lo bueno de estos jugadores es que supieron aceptar su papel de jugar menos minutos. Esta fue una de las claves del éxito. Ellos sabían que esos minutos también eran importantes y muchas veces aprovechábamos su calidad para sacar adelante los partidos porque solían ser mejores que los reservas de los equipos contrarios.
Muchos de esos jugadores hicieron historia, pero hay muchos chicos con talento que no llegan a la élite, que se quedan en el camino... ¿qué hace falta?
Hay dos formas de llegar. La primera es conseguir un éxito importante, como hicieron ellos, y entonces los clubs se ven medio obligados a apostar por ellos. Y luego hay otros jugadores, como puede ser el caso de Alberto Herreros o de muchos otros, que saben buscarse la vida progresando poco a poco. Algunos crecen desde LEB Plata o LEB Oro hasta convertirse en jugadores importantes y triunfar en equipos ACB. Lo importante es que el jugador siga queriendo jugar, siga queriendo mejorar... El problema de muchos es que a lo mejor lo han intentado demasiado pronto, han visto que no les salían las cosas y lo han dejado.
En tu caso, antes de Lisboa fuiste tres veces campeón de España con el júnior del Real Madrid y después del Mundial sufriste la destitución en el banquillo del Estudiantes ACB tras solo once jornadas. ¿La vida del entrenador es una montaña rusa?
Es lo que nos suele pasar a todos lo entrenadores. Hay momentos de estar arriba y otros de estar abajo. Raro es el entrenador que no ha pasado por eso. Hay que saber asumirlo, tanto lo bueno como lo malo. Disfrutar de lo bueno y que lo malo dure poco.
Comenzaste a entrenar muy joven en tu colegio, el Virgen de Atocha, y ahí sigues como director deportivo... ¿cómo es tu día a día?
Este curso ha hecho 25 años desde que empecé a trabajar en el colegio dirigiendo el deporte. Por las mañanas me dedico a temas de despacho, a ver qué problemas podemos haber tenido el día anterior, preparar cosas para por la tarde, colaborar con temas del colegio... Por la tarde controlo un poco los entrenamientos y los problemas que pueden surgir en el dia a día. Me encargo del presupuesto, del pago de los entrenadores, de la relación con los padres, con la federación o los distintos estamentos... No me aburro, vamos.
¿Sigues entrenando?
Todos los años que llevo en el colegio he entrenado algún equipo. Ahora llevo bastantes años entrenando chicas y el curso que viene seguiré igual.
¿Qué diferencias hay entre el baloncesto de competición y el de un colegio?
En nuestro caso, lo más importante es que todo el que quiera hacer deporte en el colegio pueda hacerlo, siempre, claro está, dentro de la oferta que tenemos. No le podemos decir a un niño del colegio que no hay hueco, que no puede hacer deporte, que no entra en un equipo. Eso nunca se ha hecho. Da igual que sea bueno, malo o que no sepa mucho. Si quiere jugar, nosotros tenemos la obligación y el deseo de hacerle un hueco. Ese es nuestro objetivo. Una vez que empiezan a hacer deporte, si un equipo empieza la temporada con doce, que termine con doce. Y si empiezan a competir en 3º de Primaria, que sigan en 2º de Bachillerato, que no lo dejen. Ese es nuestro mayor éxito, independientemente de que unos sean mejores y otros peores, de que ganen más partidos o menos.
Que jueguen todos...
Además, en los colegios sufrimos la pérdida de muchos jugadores o jugadoras. Todos los años perdemos los mejores y cada año más jóvenes. Si antes a lo mejor esperaban a cadete o infantil, ahora es en alevín o incluso benjamín. Eso es lo que llevo peor. Que en cadete se vayan no me importa, pero en alevín... Entiendo que son demasiado jóvenes para salir de su hábitat natural, que es el colegio, para ir a entrenar tres o cuatro días lejos de su casa. No lo entiendo, pero en fin... Es decisión de los padres y no podemos hacer nada.
Llevas tiempo entrenando equipos femeninos. En el minibasket madrileño cada vez se reduce más la distancia entre el número de equipos de chicos y los de chicas... ¿crees que se llegará a la igualdad?