Federación de Baloncesto de Madrid

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ACTUALIDAD - Protagonistas

"Un benjamín debe ser egoísta, que se la juegue..."



Diego Grande es un entrenador de formación cien por cien, desde abajo, con más de veinte años dedicados casi en exclusiva al minibasket. Algo que lleva con orgullo. "En canasta grande empiezan las reglas, los sistemas... Eso también puede ser bonito, no lo dudo, pero ni me gusta ni me interesa", afirma. Desde su experiencia en el CB Las Rozas y la selección de Madrid apuesta por desatar el talento natural del niño, sobre todo en benjamín: "Que sea egoísta, que quiera el balón y se la juegue".



¿Cómo empezaste en el baloncesto?

Jugué en el cole, en La Salle Maravillas, con los amigos, pero nunca a un nivel importante. Jugábamos en Educación y Gestión, aunque creo que un año nos federaron.
 
Hablamos de un colegio de mucha tradición de baloncesto, ¿por qué te dio por entrenar?

Era alumno del cole, se escapó un balón por ahí... (risas) y me propusieron entrenar un equipo de niños. Pregunté cuándo, martes y jueves, me dijeron que me iban a pagar 6.000 pesetas y dije: ¡Hombre, para el abono transporte! Empecé a entrenar alevines de Educación y Gestión, a pasármelo bien, y empezó a cambiar mi vocación. Quería estudiar Ingeniería de Minas y me decanté por Magisterio, por ser profesor, y por el baloncesto.

Empezaste por alevines y sigues con el mini...

Sí, siempre, toda mi vida. He entrenado también en preinfantil, algún cadete... pero nunca me ha gustado mucho ese baloncesto. A mi me gusta el baloncesto de niños, el mini. Es a lo que me dedico y lo que me gusta.

¿Qué diferencias hay entre el mini y la canasta grande más allá de la altura de la canasta o el tamaño del balón?

La verdad es que conozco poco de canasta grande. ¿Qué diferencias hay?... En el minibasket se trata de que el niño se desarrolle en su ser, en su intuición, y el baloncesto de canasta grande es más reglado, empiezan a existir los sistemas y ahí no me meto, no tengo conocimientos y no me interesan. Puede ser un baloncesto muy bonito, no lo dudo, pero no lo conozco tanto como el minibasket.

¿Qué se busca en un jugador de mini? ¿Qué hay que trabajar?

Cuando yo empecé buscaba que el niño fuera bueno, que botara, que tirara, que jugara bien... Ahora, con el tiempo, puedo ver un perfil de un niño que, aunque a lo mejor en alevín de segundo año, a punto de pasar a canasta grande, no domina muchas facetas del juego, puede tener condiciones para el baloncesto. Y hay niños que a lo mejor tienen mucha habilidad en minibasket pero en un futuro no seguirán jugando. La experiencia me permite ver eso. Ahora veo unas capacidades atléticas, físicas, técnicas... Es en lo que me fijo en mi labor de coordinador del CB Las Rozas y en las selecciones, en una posible proyección.

¿Aparte de esas capacidades está el carácter del jugador, su atrevimiento...?

Sí, evidentemente, y muchas veces nosotros, los entrenadores, somos los que más lastramos ese carácter porque a veces competimos por ganar un partido e impedimos que un niño que avanza un poco más lento pueda tener una oportunidad de hacer un tiro, de buscar un uno contra uno... A veces perdemos eso, pero lo que debemos buscar es el desarrollo del niño como persona y como jugador de baloncesto.

¿Un jugador de minibasket tiene que ser algo egoísta en la cancha, tiene que jugársela él...?

En los primeros años sí, totalmente de acuerdo. Para mí lo ideal es que un niño en benjamín sea egoísta, que quiera el balón, quiera ir a canasta, quiera tirar... Que se tire quince tiros, aunque meta dos o ninguno, y siga tirando. A partir de alevín es un poco más reglado, dentro de lo reglado que puede ser el minibasket. Ya buscas otra cosa, un juego colectivo. Ya el niño no puede jugarse quince balones él solo mientras sus compañeros no juegan ninguno. Pero sí, es verdad, en benjamín soy partidario de que el niño sea egoísta, que juegue y se divierta.

Hablas también de la formación como persona, de los valores...

Es muy importante. Hablamos de niños hasta 11 o 12 años. Están en sus colegios, con sus familias... y están aprendiendo continuamente, formándose. Y el baloncesto debe ser un complemento a esa formación, como personas y, claro está, en el deporte. Que aprendan mejor o peor, que evolucionen más o menos, es porque son niños diferentes y cada uno tiene sus capacidades y habilidades.

¿Hasta qué punto importan las victorias en mini? ¿A veces ganar está por encima de formar?

Es muy importante que los clubs hagan un seguimiento a los entrenadores, y los cooordinadores o la dirección deportiva estén encima de ellos, fomentando y aconsejando lo que tienen que hacer. No podemos hacer un club de baloncesto cuando un entrenador quiere ganar por encima de todo, no respetando al club. Un club o un colegio está formado por muchas personas, por directivos, coordinadores, dirección técnica, entrenadores, familias, jugadores... A lo mejor hay un equipo con nueve jugadores para un partido y tengo que subir a uno de un año menos para ayudar al club. Su entrenador no puede enfadarse por eso, no puede decirme que le he quitado al bueno o algo parecido. No, he quitado a un jugador del club para hacer un favor a otro equipo del club.



Al final lo que importa es el colectivo...

Evidentemente, y nosotros en Las Rozas tenemos una estructura muy definida: directiva, dirección general, dirección técnica, coordinadores de canasta grande masculina y femenina, de minibasket, discapacidad, preparadores físicos, municipal... Está todo muy estructurado, conectado y consensuado por el bien del club. Siempre puede haber algún entrenador que no lo entienda, que vaya a lo suyo, pero al final tiene que entender que esto es un colectivo por encima de su equipo.

Siguiendo con el club, cuando José Mera [director técnico] y tú llegásteis a Las Rozas hace doce años apenas había equipos de mini...

El año que llegamos nosotros había cuatro equipos de minibasket, uno de ellos jugando en la liga municipal. Hoy, en la temporada 2019/20, tenemos trece equipos, y ha habido algún año de catorce. En total tenemos cuarenta equipos federados en el club y cuando llegamos eran catorce.

¿Cómo se consigue eso?

Lo mejor es rodearte de un colectivo de gente comprometida, entrenadores, padres, jugadores... Nosotros tenemos un 80 por ciento de niños que son de Las Rozas. Tenemos muchos niños y cada año vienen más. Se consigue con trabajo, esfuerzo y compromiso de todos. Al final los entrenadores ven que tú te involucras y ellos también lo hacen.

¿Qué te parece el Día del Mini?

Un inventazo, una fiesta del minibasket y una grandísima idea por parte de la Federación de Baloncesto de Madrid. No solo porque se juegan las finales y los partidos por el tercer puesto, también por los 3x3, los concursos...



Aparte de tu labor en el CB Las Rozas, eres entrenador ayudante de la selección mini de Madrid, ¿cuál es la filosofía de la selección?, ¿cómo se trabaja?

Sí, desde hace ocho años. Es un poco diferente. En la selección buscamos que los niños se desarrollen tal y como son. No queremos corregir absolutamente nada, no queremos mediar en nada que estén trabajando en sus clubs. Buscamos otra cosa. El Campeonato de España es una competición de cinco días. Buscamos niños para formar un equipo y que la Comunidad de Madrid quede lo más alto posible, pero nunca modificando ni corrigiendo nada. Sí es verdad que tres semanas antes del campeonato damos unas pinceladas de lo que queremos hacer como equipo, pero nunca modificando un tiro a un niño. Nunca nos vamos a meter en el trabajo que hacen en sus clubs, que está muy bien hecho.

¿Durante estos años ha habido algún jugador que te haya impresionado?

Sí, muchos. Yo empecé en la selección con los niños de 2001. Hemos tenido gente como Usman Garuba, que ahora juega con el Madrid en ACB y Euroliga, Héctor Alderete o Juan Núñez... Juan es un proyecto de jugador impresionante, que ha estado en dos campeonatos mini... ¡Y Alderete en tres! Es verdad que a lo mejor hay jugadores preparados para el Campeonato de España Mini que luego no siguen evolucionando. Y al revés. Hay niños que a lo mejor no juegan el Mini y luego llegan en infantil o cadete. Por ejemplo, el caso de Santi Yusta. Al final, depende de la evolución de cada uno.

El camino es muy largo...

Sí. Todos conocemos muchísimos casos de niños que son unos fenómenos en mini y en cadete de primer año ya no juegan al baloncesto. La vida da muchas vueltas. Están el colegio, los estudios, cualquier cosa que pueda pasar... y dejan el baloncesto. O se cambian de deporte.

El baloncesto madrileño lleva más de veinte años creciendo. Ya hay más de 2.200 equipos y, de ellos, más de 500 en minibasket. En tu opinión, ¿cuáles son las causas de ese crecimiento?

Hay muchas: la formación de los entrenadores, los clubs... En el caso de los entrenadores, cada vez están más formados, hay más cursos, y su compromiso es fundamental. En mis inicios yo no dormía por la noche cuando tenía un partido al día siguiente, y me imagino a los niños en su casa... Los entrenadores que empiezan tienen esos mismos nervios, e incluso los más experimentados también los tenemos a veces. Yo salgo a un Campeonato de España o a un partido importante con mi club y estoy deseando empezar a competir... Competir sin olvidar la formación, porque se trata de eso, de formar compitiendo.
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