Dueño de una amplia trayectoria dentro y fuera de España, Pablo Aguilar detalló sus inicios en  el baloncesto: "Empecé con 8 años en el colegio, en La Asunción de Granada. Fue un poco sin querer. Me gustaba el baloncesto, pero nunca me había planteado apuntarme a un equipo. Un día entrenaba el equipo del cole, el entrenador me vio y me propuso trabajar con ellos. Me gustó y le di la tabarra a mi madre durante un año hasta que me apuntó".

El primer gran salto llegó el Real Madrid, con 15 años, y tuvo su historia...  "En el Campeonato de Andalucia, después de jugar un partido contra Unicaja, me llamó Jesús Trueba y me pidió el teléfono de mis padres. Yo le dije que no, pero al llegar a casa tenía una carta del Real Madrid para que viniera a ver las instalaciones [...] Era una oportunidad que no podía desaprovechar", recordó.

Desde su experiencia, Pablo Aguilar aconsejó a los participantes en el Campus Online FBM: "Lo principal es disfrutar con lo que te apasiona. A mi el baloncesto me gusta tanto porque lo he disfrutado siempre. Hay momentos buenos y malos, pero si disfrutas todo es más fácil. Y también hay que escuchar, aprender... Yo como profesional, con 31 años, todavía intento aprender los de los entrenadores. Siempre hay que aprender de la gente que te rodea".

Pablo Aguilar jugó el Campeonato de España Infantil con Andalucia y el Cadete con Madrid, título incluido. "Lo pasé como un enano -recordó- con un grupo humano brutal... y además ganamos a una selección catalana que tenía a Ricky Rubio entre otros. ¡Fue increíble!". De las selecciones madrileñas pasó a las nacionales, y a la absoluta con un oro europeo en 2015. ¿El secreto? "Una selección debe tener talento, pero al final lo importante es el grupo, la unidad entre todos".

El paso a profesional trae más presión, pero "también es una forma de transmitir unos valores, y si amas este deporte como todos los que nos dedicamos a él, todo es más fácil". En su caso, además, con un largo periplo internacional: Croacia, Italia, Japón... "Cuando surgió la oportunidad de irme a Zagreb no me lo pensé demasiado. Y la cultura japonesa siempre me ha llamado la atención. No me arrepiento de nada. He conocido países y gente que nunca hubiera conocido de otra forma".

El lado amargo del deporte son las lesiones, en su caso una larga lesión de muñeca felizmente superada, pero "el baloncesto me ha dado todo: mi estilo de vida, me ha hecho crecer como persona, conocer lugares y personas, entre ellas a mi mujer... Es una forma de vida".


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