Cuando no tiene partidos de Liga ACB, regresa a esas canchas, a dirigir partidos de minibasket de la FBM y recuerda una anécdota reciente en un encuentro de benjamín: "Durante el partido expliqué algunas acciones a los niños. Al terminar, el entrenador me dio las gracias por cómo había tratado a los niños y me dijo que él también entendía que yo estaba empezando y aprendiendo".
Empecé con un amigo mío, mi vecino. Un día me propuso ir a entrenar con él. Yo había jugado al baloncesto de pequeño, con 4 o 5 años, y lo dejé. Después jugué al fútbol. Con 14 me cansé del fútbol y volví al baloncesto gracias a mi amigo. Empecé a entrenar con él en Jesús María, luego cambié a Salesianos de Atocha y de allí me fui a Olímpico 64. Todo empezó con mi vecino y de casualidad.
Incluso llegaste a jugar una fase final de Madrid...
Sí, la Sub'21 con Olímpico 64 [en la imagen]. Antes, en Salesianos de Atocha, un entrenador nos propuso hacer el curso de árbitro y nos apuntamos tres amigos.
¿Ya te llamaba la atención el arbitraje?
Nunca lo había pensado. Fuimos los tres, nos apuntamos y empezamos a hacer el curso. Empecé a dirigir partidos con 16 años.
Hasta entonces veías el baloncesto como jugador, ¿cómo se ve desde el punto de vista arbitral?Es totalmente diferente. Como jugador, lo único que te preocupa es el juego, meter puntos, tu defensa, es más táctico. El arbitraje es más entender el partido en global, tanto de juego como de gestión de partido, de comportamiento... No solo se trata del juego sino también de todo lo que hay alrededor.
¿Veis otro baloncesto al que ve un aficionado normal?A mí ya me cuesta ver el baloncesto como un aficionado. Veo algún partido y no me fijo en el juego, que sería lo normal, sino en la gestión del partido, cómo va, quién ha pitado... Te cambia el chip. No disfruto del baloncesto de la misma manera que cuando no era árbitro, aunque sigue siendo un espectáculo. Por ejemplo, a mí me encanta el baloncesto con público, sin público tiene menos sentido. Disfruto del espectáculo, pero lo analizo desde otro punto de vista.
El baloncesto es un deporte de contacto que se juegan a un ritmo muy rápido, ¿es tan dificil de arbitrar como parece?Cuando empiezas todo te sorprende. Se trata de hacer el ojo, de trabajar, ver lo mismo todas las semanas una y otra vez. Las primeras acciones seguramente te sorprenderán, pero después ese contacto se convierte en una rutina y aprendes a valorarlo. Un ejemplo claro son los pasos. La primera vez no sabes si son pasos o no, pero después vas acostumbrando el ojo a base de ver siempre la misma jugada.
Igual que el jugador necesita un proceso de aprendizaje, el árbitro también...Claro, ver vídeos, trabajar... Por ejemplo, en ACB trabajamos mucho el scouting, cómo juegan los equipos, qué papel tiene cada jugador... Se analiza antes de los partidos y después. Eso te ayudar a saber qué movimiento puede hacer un jugador cuando recibe el balón y dónde tienes que estar.
Desde el curso de árbitro hasta ACB en solo nueve años... ¿Para ti ha sido sorpresa tras sorpresa?Cada año, en la categoría que estaba era un nuevo reto. Obviamente, a todo el mundo le gusta progresar y siempre piensas en llegar lo más lejos posible, pero si estaba en Primera Autonómica, ese era el reto; llegaba a Nacional y ese era el reto ese año... Y lo mismo en el grupo II o el grupo I de la FEB. Evidentemente no me esperaba subir tan rápido y menos el último año, cuando todo se cortó a mitad de temporada por el COVID.
El gran salto ha sido ese paso a ACB, ¿cambia mucho?El salto más bestia sí es a ACB, pero también recuerdo el de Primera Nacional a las categorías FEB porque pasas de arbitrar en el ámbito autonómico a hacerlo fuera. En Madrid más o menos nos conocemos todos, pero después vienen equipos que no conoces, vas a campeonatos con compañeros que no conoces... Empiezas a ver que este mundo es más amplio.
Tus fines de semana son de viajes constantes...Sí, pero sarna con gusto no pica. Te intentas organizar. Hay compañeros con niños pequeños que a lo mejor se van lo más tarde posible e intentan regresar lo antes posible. Tenemos que comer allí y, si el partido es por la mañana, dormir allí. Al final te organizas. Yo que no tengo grandes responsabilidades, aparte de poder compaginar el trabajo, intento ir tranquilamente y volver tranquilamente.
En estos partidos sin público han aparecido vídeos desde el punto de vista arbitral. ¿Es el momento de normalizar el papel del árbitro?El árbitro va a un partido a hacerlo lo mejor posible, igual que el jugador y el entrenador. Obviamente, nuestro trabajo interfiere en el suyo porque juzgamos lo que hacen, pero formamos parte de esto, este mundo está formado por jugadores, entrenadores y árbitros. Siempre digo que no nos conocen en la calle. Si nos conocieran en la calle, verían que somos personas como ellos, que trabajamos y el fin de semana nos ponemos el uniforme de árbitro y nos colgamos el silbato para trabajar lo mejor que podemos, igual que ellos van a entrenar o a jugar lo mejor que pueden.
¿Hay relación fuera de la cancha con los jugadores o entrenadores?En lo poco que llevo en ACB creo que es una relación cordial, pero de trabajo. Llegas a la pista, te conocen y te saludan. En otras categorías, como EBA, sí es verdad que hay mucha gente que conoces de Madrid y la relación es más cercana.
¿Es verdad que de jugador eras un poco protestón? ¿Ya entiendes lo que no entendías antes?Sí, ya lo entiendo [risas]. Entiendes que al final son dos ojos, o cuatro, o seis, que intentan abarcar lo que pueden, pero que hay gestos o situaciones que no se aprecian. Como jugador pretendes que un árbitro vea todo, pero eso no es posible. Sí es verdad que protestaba bastante, pero con el tiempo te das cuenta de que estás equivocado.
Cuando el jugador está en la pista quiere destacar, meter muchos puntos, ¿el árbitro todo lo contrario?Siempre se dice que un partido bien arbitrado es en el que no se ve a los árbitros. No sé si estoy cien por cien de acuerdo con esa afirmación porque un partido bien arbitrado es en el que se arbitra lo que hay. Por supuesto, nunca queremos protagonismo, aunque hay veces en que inevitablemente lo tenemos. En el momento que decides parar un partido o pitar una falta todo el mundo te mira a ti y en ese momento eres el protagonista del partido.
El Comité de Árbitros de la FBM ha tenido muchos ascensos a ACB en pocos años, ¿es un síntoma del buen trabajo realizado y del buen nivel del arbitraje madrileño?Sí. No sé cómo están estructuradas otras comunidades, pero en Madrid tenemos un seguimiento bastante intenso, tanto en los técnicos como en los informadores de cada categoría y los grupos de trabajo específicos. Además, que árbitros de Madrid estén en categorías altas genera una cascada hacia abajo, que ese conocimiento se traslade hacia abajo... Tener árbitros de grupo I o grupo II como técnicos de categoría provoca que los de abajo suban bien formados.
Además hay muchos partidos...Eso por descontado. Como más aprendes es pitando. Te voy a contar una anécdota: Empecé en municipales y uno de mis primeros partidos era un juvenil. Fui a pitar solo y ese día me temblaban las piernas. Un chico hizo pasos antes de tirar y no los pité, empezaron a protestar y el partido se puso tenso. Dos chavales se encararon y uno le pegó una patada a otro por detrás, otro soltó un brazo.... Solo fui capaz de pitar una falta. Como te decía antes, la categoría en la que estás es tu máximo reto y a base de que te sucedan situaciones como estas vas aprendiendo.
¿Y cómo solucionas un partido como ese con 16 años?Intentas salir como puedes... Muchas veces la gente no sabe cuántos partidos llevas. Algunos pueden llevar diez años pitando y para otros es su tercer partido. Muchas veces no se entiende que el árbitro también está en formación, que necesita un desarrollo, y a lo mejor en su primer partido no pita ni técnicas ni antideportivas por muchas que se produzcan.
¿Aparte de ese partido recuerdas algún otro por complicado o porque disfrutaras especialmente?Los partidos malos los suelo olvidar pronto. Que recuerde como muy especiales, la final de la Copa de la Reina de 2020, en Salamanca. Era mi primer torneo importante y pensaba que con pitar los cuartos me valía... pero ¡me designaron para la final con el pabellón hasta arriba! Pasar de EBA a un pabellón con 5.000 personas se me quedó grabado. Y el segundo partido, el de mi debut en ACB, sin público, pero solo estar ahí, con lo que se respira, ya es increíble.
¿Estos partidos sin público son raros?Igual que no entiendo un baloncesto en el que al árbitro se le critica por ser árbitro, tampoco lo entiendo sin público. El público forma parte del baloncesto y estoy deseando que vuelva.
¿Echas de menos jugar?Sí, claro... No a niveles de entrenar y jugar todos los fines de semana. Si tuviera que elegir, preferiría seguir pitando, pero la típica pachanga sí que la echo de menos.
Y para terminar, ¿qué es eso de que en casa le pitas técnicas a tu madre?Sí [risas]. Voy por el pasillo, nos cruzamos, choco con ella y le digo que es falta. O le voy pitando técnicas... Dice que soy muy friki.