En Hortaleza, la palabra ba-lon-ces-to adquiere un significado especial. Desde hace veinte años, la asociación (que no club) La Torre de Hortaleza consigue que alrededor de un balón de baloncesto aparezcan pequeñas soluciones para los, en ocasiones, grandes problemas del barrio de Pinar del Rey, el más poblado del distrito. En La Torre, ochenta voluntarios, entre ellos más de cuarenta técnicos titulados, cubren las necesidades deportivas, escolares y sociales de casi 250 niños y jóvenes.
Con el deporte y, en concreto el baloncesto, como núcleo, La Torre de Hortaleza ha sido testigo del crecimiento del barrio y de la evolución de realidades sociales como la droga (en los años noventa), la integración de los inmigrantes (en la última década) y el paro (en la actual crisis económica). Y lo ha hecho siempre desde una perspectiva integradora, abierta a todos los sectores de población, a las familias que disponen de más recursos y a las que tienen menos, a los alumnos de los centros escolares donde entrena y juega, y a quienes no estudian en ellos pero también quieren jugar al baloncesto.
El primer grupo de entrenadores de La Torre, en 1992;
la primera a la izquierda, de pie, es Blanca Cano,
actual presidenta de la asociación
Blanca Cano, actual presidenta de la asociación, está en La Torre de Hortaleza desde el comienzo. ¿Por qué el baloncesto y no otro deporte? 'Porque era lo que sabíamos hacer los que empezamos y también porque trabajan por igual chicos y chicas. El baloncesto crea un ambiente de igualdad mucho más real y ajustado a la sociedad. El fútbol, por ejemplo, es más popular, pero está muy masculinizado, y otros deportes, como el voleibol o el hockey, no estaban tan extendidos ni tenían Ligas Municipales', explica.
Los chicos entrenan dos días a la semana en tres centros escolares del barrio
Los chicos de La Torre de Hortaleza entrenan y juegan en tres centros escolares públicos del barrio, el Instituto Rosa Chacel y los Colegios Pinar del Rey y San Miguel. Entre uno y otro sólo hay unos minutos andando. 'Creo que sólo cuatro o cinco chicos vienen a entrenar en autobús'. Esta cercanía geográfica hace que todos se conozcan, que compartan sus inquietudes y sus problemas, y quizá por ese motivo enseguida surgió una de las áreas más importantes de la asociación: el Apoyo Escolar. 'Entrenando, nos encontrábamos con chicos que suspendían todo. El entrenador empezó a darles clases. Más tarde, buscamos voluntarios y, en paralelo, aparecieron unos programas de la Comunidad de Madrid y nos ofrecieron llevarlos'.
Más de la mitad de los voluntarios son técnicos titulados
Y del trabajo con los niños se llegó a un estrecho vínculo con las familias: 'Hay una doble trabajo, el nuestro y el suyo. Nosotros generamos redes de relación entre ellas y realizamos distintos talleres (de autoestima, de prevención de drogas.), excursiones.. Pero además el grado de compromiso de las familias con la asociación es muy alto. Por ejemplo, en algunos equipos las tres o cuatro familias que tienen coche se encargan de llevar a todo el equipo a jugar a la otra punta de Madrid. Sin ese compromiso sería imposible seguir adelante'.
En La Torre se presta una atención especial a los más pequeños
Todos, los entrenadores, los profesores y los encargados de la gestión, del día a día, son voluntarios. 'Empezamos así y lo seguimos manteniendo, aunque muchos años encontrar entrenadores nos resulta muy difícil. Si a los clubes a veces les cuesta, imagínate a nosotros.'. ¿En cuanto a los chicos? Nunca han pagado por jugar, sólo la ficha, que es de diez euros al año'. La financiación llega a través de subvenciones mediante distintos programas sociales de la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento.
Un equipo de la temporada 2000-01
con el hoy responsable del Área Técnica,
Daniel García, de pie en el centro
El objetivo de La Torre de Hortaleza puede resumirse en dos palabras: educación e integración, unos valores que han mantenido incluso en los tiempos más duros, como recuerda Blanca Cano: 'Hay que intentar que los niños estén lo mejor posible. Aquí hay de todo y hay familias que valoran mucho que sus hijos conozcan realidades diferentes. Ahora, un treinta por ciento de los niños son de otros países, hijos de inmigrantes, y hemos tenido 25 nacionalidades distintas a lo largo de estos veinte años. Pero ésta es una realidad que surgió hace una década. Al principio, las principales dificultades estaban relacionadas con la droga, con los 'hijos de la droga', algo mucho más duro y difícil.'
De aquellos primeros tiempos, Blanca rememora cómo tenían que montar antes de cada partido las canasta de minibasket y desmontarlas después, o esos primitivos vestuarios sin puertas. Ahora, las canastas ya están fijas y aquellos antiguos vestuarios, reformados poco a poco, son oficinas de la asociación, pero la mentalidad es la misma. Objetivos todos, ambición ninguna, 'Por vocación, queremos ser un proyecto de barrio y dar la oportunidad de jugar al baloncesto a todo el mundo, lo haga mejor o peor. Nos han ofrecido crear lo mismo en otros sitios, pero no queremos crecer más. Podemos dar ideas y contárselo a alguien para que lo haga, pero no tenemos más capacidad de organización. Llevamos ya diez años con el mismo número de equipos y ése es el objetivo. Nunca sabes hasta dónde puedes llegar en el aspecto técnico y hemos evolucionado bastante, pero si quieres generar redes, conocer a la gente, cuidarla y dar respuesta a sus necesidades, ésta es la dimensión ideal'.
Blanca Cano, junto a tres jugadores de La Torre de Hortaleza
Sin ganas de crecer más allá de sus posibilidades, sólo con la intención de educar y buscar soluciones para los problemas e inquietudes del barrio, igual que hace veinte años. Y siempre con un balón de baloncesto en el centro. Quizá la clave está en un diálogo que recreó el escritor uruguayo Eduardo Galeano:
- ¿Cómo explicaría usted a un niño lo que es la felicidad?
- No se lo explicaría. Le tiraría una pelota para que jugara.
Blanca Cano y el resto de voluntarios de La Torre de Hortaleza aplicaron a su proyecto vecinal esa filosofía, incluso antes de que Galeano la escribiera, porque, como resume ella misma, 'el juego, el deporte, es internacional y es algo que facilita la integración, que educa y une. Le das un balón a un niño, se pone a jugar y eso está por encima de todo lo demás'.
La integración es uno de los grandes objetivos de La Torre de Hortaleza