El Montpellier es un colegio unido a un barrio, San Pascual. Incluso en el nombre. En el San Pascual Montpellier ha habido baloncesto desde el principio pese a la competencia de otros deportes o la falta de un pabellón cubierto (el que hay es de mini). Pero en 2008 llegó el mayor enemigo: la crisis económica, que diezmó el número de equipos. Aun así, poco después se logró el mayor éxito: cuartos de Madrid en benjamín. Porque la crisis se combate con dedicación y compromiso.
La historia del deporte en el colegio Montpellier está estrechamente unida a la del barrio donde se encuentra, San Pascual, pegado al tramo este de la M30. Tanto el colegio como el barrio surgieron en los años 60 del siglo pasado. El primero lo hizo para acoger el aluvión de inmigrantes que llegaba a la capital desde otras provincias; el segundo comenzó a funcionar en dos plantas de la calle Virgen del Portillo hasta que en el curso 1964-65 se estableció definitivamente en la calle Virgen del Val.
Durante los primeros años hubo mayoría de equipos femeninos.
Mientras el colegio crecía, aumentaba el espacio para hacer deporte. El Montpellier disponía de patio y gimnasio cubierto; el barrio de un polideportivo municipal con campo de fútbol 11 gestionado por los vecinos gracias a una concesión del Ayuntamiento de Madrid. Así, la Agrupación Deportiva del Montpellier y la Asociación de Vecinos San Pascual trabajaron de la mano. La gran mayoría de los chicos del barrio preferían el fútbol (algo que no ha cambiado con el paso de los años), y entonces el colegio era femenino, por lo que casi todos los equipos de baloncesto eran de chicas. Entre las primeras jugadoras, los más veteranos recuerdan a una histórica del baloncesto español, Rocío Jiménez, que en 1974 (con 15 años) llegó a la selección absoluta.
La colaboración entre el colegio y los vecinos continuó durante las últimas décadas del siglo XX. Los equipos de fútbol se nutrían en su gran mayoría de los alumnos del colegio (ya abierto a los chicos), algunos profesores eran también entrenadores y las juntas directivas de la Agrupación Deportiva y la Asociación de Vecinos tenían miembros comunes. A la competencia de fútbol se unió la del ballet, y después llegaron otras actividades, como el judo o la gimnasia rítmica, pero el baloncesto mantenía sus buenos números y en la temporada 2004-05 había 11 equipos, que se repartían entre tres competiciones: federada, colegial y municipal. En la últimas con destacados logros deportivos.
Un equipo cadete de la temporada 99-00 entrenado por Víctor Romero.
Esa misma temporada, se constituyó oficialmente la Agrupación Deportiva San Pascual Montpellier. Como dice Víctor Romero, profesor del colegio y uno de los impulsores del baloncesto, "el funcionamiento siempre ha sido el mismo. La asociación de vecinos y el colegio llevaban mucho tiempo juntos, pero se hizo una fusión estatutaria a efectos burocráticos, una cuestión legal para pedir subvenciones..." Romero llegó al barrio en 1997 y ese mismo año empezó a entrenar. A partir de 2006 lo compaginó con su puesto de profesor. Desde el principio, tuvo que luchar con la competencia de otras actividades, "sobre todo del fútbol que cada vez coge jugadores antes, desde los 5 años. "A partir de infantil los chicos se van a colegios o clubs con pabellones cubiertos"El 80 por ciento de los niños que hacía deporte se marchaba al fútbol, y ballet se llevaba el 80 por ciento de las niñas. El resto de deportes, el baloncesto y el voleibol, se quedaba con lo demás".
Además de la competencia, el baloncesto tiene en su contra la escasez de instalaciones. En el patio hay dos pistas de canasta grande y una de minibasket. El gimnasio, cubierto, solo vale como cancha de mini y solo se puede utilizar para los partidos, ya que entre semana está ocupado por otras actividades. "Las instalaciones no dan más de sí. A las cinco de la tarde los campos están llenos, con dos equipos en cada uno. Y en el gimnasio es imposible meter una aguja. Los equipos de categorías superiores entrenan al aire libre a las seis y media o siete de la tarde y cuando llega noviembre eso es muy duro. Hay que tener muchas ganas. Y luego vienes a jugar el sábado y no queda más remedio que aplazar el partido por la lluvia..." No es extraño que los jugadores más destacados de algunos colegios acaben en clubs o colegios cercanos con equipos en categorías superiores, pero en el Montpellier la falta de pabellón cubierto acelera ese proceso. "A partir de infantil, o incluso antes, los chicos se van a colegio Menesiano o al Joyfe, que están cerca y tienen pabellón, al Distrito Olímpico [a cinco paradas de metro] o incluso al Agustiniano y el Canoe".
A pesar de las dificultades de espacio y la marcha de talentos, durante los primeros años del nuevo siglo el club se mantuvo en torno a los 11 equipos (el fútbol llegó a tener 23) hasta la temporada 2008-09, cuando estalló la crisis económica. "Las subvenciones no llegaban y hubo que subir la cuota. Primero 50 euros y al año siguiente otros 50". Pese a la vocación deportiva del centro (más un tercio de los alumnos hacen deporte) y al esfuerzo de entrenadores como Fernando Vidal, el descenso de jugadores y equipos fue vertiginoso. "Este es un barrio de clase media en el que enseguida se notó la crisis, y eso nos fue matando poco a poco. Antes era asumible que la niña fuera a ballet y después a baloncesto o que el niño pudiera participar en otra actividad aparte del fútbol, pero llegó un momento en que no se podía. Que el niño haga una cosa y se acabó porque no hay dinero para todo".
Era complicado mantener a los jugadores y también encontrar entrenadores, sobre todo para las competiciones no federadas. Víctor recuerda que "en junio de 2009 pusimos un anuncio en internet y en septiembre estuvimos seleccionando sobre 45 peticiones. Llamamos a siete, pero cuando vieron lo que había muchos se marcharon. Al final solo empezaron dos chicas. Una aguantó un mes y la otra hasta navidades".
El porcentaje de niños-niñas se ha equilibrado en los últimos años.
En 2010 apenas quedaban en el Montpellier 4 equipos de baloncesto. Ese año llegaron al colegio Ramón Morales, actual director técnico, y Aurora Sánchez. Primero ella, que se encargó de un grupo de niños prebenjamines de 2003 en competición escolar. Después, él, que se incorporó ya avanzada la temporada para entrenar un equipo infantil diezmado el año anterior. "Teníamos cinco o seis jugadores buenos, pero se fueron a otros clubs. Se dispersaron todos. Además, el problema económico ya era especialmente grave. Los buenos se marchaban y los pequeños no entraban", recuerda Víctor. Sin embargo, bajo la dirección de Ramón, empezaron la temporada 2010-11 siete infantiles y la terminaron catorce. En el caso de los pequeños, el trabajo también dio sus frutos: la temporada siguiente, ya en benjamín de primer año, se federaron, llegaron hasta el Día del Mini y acabaron cuartos de Madrid, el mayor éxito en la historia reciente del club.
A pesar de los obstáculos, Ramón Morales se hizo cargo de la dirección técnica con unos objetivos muy claros: "Crear una escuela de babybasket, tener los máximos equipos federados posibles y llegar hasta junior. Eso es lo que queremos. Que la gente que se está preparando aquí siga aquí. Si alguien se tiene que ir por problemas económicos o porque quiere marcharse a un equipo mejor no podemos hacer nada, pero que todos tengan la oportunidad de jugar aquí al menos hasta junior".
Para combatir la crisis económica el cuerpo técnico del Montpellier (a Ramón y Aurora se unen Mariví y Gonzalo) aporta entusiasmo y compromiso. Hasta el punto de que la temporada pasada pusieron en marcha una iniciativa: una hora a la semana de entrenamiento gratis (ni los niños pagan ni los entrenadores cobran) los viernes, con el objetivo de enganchar jugadores. "No trabajas por dinero, trabajas porque te gusta", justifica Ramón. Víctor también colabora animando a niños y niñas de los últimos cursos de Primaria y saca tiempo para entrenar a mediodía o entre clase y clase. "Esos viernes llegamos a tener muchísimos niños y niñas. "Antes las familias tenían un problema de tiempo, ahora es un problema económico"Cuando empezó el nuevo curso ya no era gratis y muchos lo dejaron, pero algunos se han quedado y eso nos ha permitido completar equipos, como el benjamín de segundo año", apunta Aurora.
En la temporada 2013-14 hay 5 equipos y ha aumentado el número de jugadores (hay grupos de 14 y 15). En total, más de 70 chavales, desde preinfantil hasta prebenjamín. "Los pequeños te dan muchas satisfacciones. Si los coges de cero y les empiezas a enseñar bien, ves cómo progresan. Es muy gratificante", dice Aurora, que en la temporada 2013-14 entrena a un grupo de niños de 6 y 7 años, habituales de las Jornadas de Babybasket de la FBM, que, para entrenar, aprovechan cualquier resquicio del patio. "Nos metemos bajo los soportales, con canastas pequeñas, para hacer fundamentos", comenta. Además, es la segunda entrenadora del equipo de 2003, ya alevín de primer año.
El colegio está junto a otro de los símbolos del barrio, el mercado de San Pascual.
Junto al trabajo de los entrenadores hay más estímulos. Como explica Víctor, "el año pasado nuestro equipo de la Copa Colegial, formado por alumnos nuestros de Secundaria que juegan en otros equipos, llegó hasta las semifinales. Eso creó un gran ambiente de baloncesto en el colegio. Este año no podemos sacar equipo porque solo hay seis o siete jugadores, pero el año que viene sí y queremos que, con permiso de sus profesores, los chicos bajen en los recreos de Primaria, que se den una vuelta y tiren cuatro tiros... Eso sería muy motivador para los más pequeños"
El club abrió una nueva etapa con este cuarto puesto en benjamín de primer año en 2012.
Pero la crisis ha traído más cambios. En el verano de 2013, el Ayuntamiento concedió la gestión del campo de fútbol, previa subasta, a una empresa privada, por lo que los alumnos del colegio ya no juegan al fútbol bajo el nombre de San Pascual Montpellier. Ante la nueva situación, está previsto que, a partir de la próxima temporada, el club vuelva a denominarse solo Montpellier y se retome en el colegio la actividad de fútbol sala, aunque, como dice Víctor Romero, "todo lo demás seguirá igual". Eso sí, probablemente, habrá aún más estrecheces en el patio a la hora de jugar y entrenar. Según Ramón, "ahora mismo te apañas pero si quieres seguir creciendo hay que ofrecerles más cosas a los chavales". Víctor propone una posible solución: "Muchos chicos se van a otros sitios para entrenar a cubierto. Si pudiéramos entrenar en el gimnasio, aunque fuera en un segundo turno, ya sería un logro, pero, hasta ahora, a partir de las siete solo se puede entrenar en el patio".
Pero por encima de la competencia o los problemas de espacio, están los económicos. "Con el buen trabajo de promoción del baloncesto que se está haciendo ahora, el fútbol y el ballet ya serían un problema menor. Hay niños que jugarían si fuera gratis, pero mucha gente no puede hacer actividades porque no le llega el dinero, y en caso de hacer alguna, la prioridad es el inglés. Antes había un problema de tiempo, ahora es un problema económico", insiste Víctor.
Los pequeños son habituales en las Jornadas de Babybasket de la FBM, como esta en San Blas.