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Chinchón, donde todos se conocen



El CB Chinchón es un club atípico. Casi un mundo aparte. Nació en el verano de 1983, cuando un grupo de jóvenes decidió federar un equipo que solo se reunía algunos fines de semana al año y en las fiestas patronales, cuando jugaba partidos contra los...

Reportajes clubs. ChinchónEl CB Chinchón es un club atípico. Casi un mundo aparte. Nació en el verano de 1983, cuando un grupo de jóvenes decidió federar un equipo que solo se reunía algunos fines de semana al año y en las fiestas patronales, cuando jugaba partidos contra los municipios vecinos. Desde entonces, el Chinchón ha mantenido una trayectoria lineal, pero también intachable, sin altibajos. Con uno, o como mucho, dos equipos en las categorías más bajas ("sin preocuparnos de ascender, pero tampoco de descender", dicen en el club) y un presupuesto ajustado al máximo que depende, en gran medida, de la porra de un mesón local.



 

Al contrario que algunos municipios cercanos, el crecimiento de Chinchón en los últimos 20 años ha sido moderado, de casi 4.000 habitantes en 1996 a poco más de 5.000 en la actualidad. Aquí todos se conocen, y aunque la crisis económica ha afectado a las arcas municipales como a las de muchas otras localidades, esa estabilidad demográfica y social se ha reflejado también en el club de baloncesto. Tanto José Manuel López Prados, el actual secretario, como Manuel García Turiégano comenzaron como jugadores. Este último trabajaba en la Caja de Ahorros, así que también le tocó ser tesorero, y ahí sigue, encargándose de unas cuentas que poco tienen que ver con las de otros clubs del baloncesto madrileño. El presupuesto del único equipo para la temporada 2013-14 apenas supera los 4.500 euros.


Este equipo de 1982, con mezcla de edades, fue el germen del CB Chinchón.
El entrenador era Manolo Prados (izquierda). A la derecha está Eugenio García, el primer presidente
del club. El más alto de pie es Jesús Trigo, que fue jugador, entrenador y segundo presidente.

José Manuel López Prados -a quien conocen en el pueblo como Manolo Prados- recuerda que "cuando nacimos, hace 31 años, éramos prácticamente el único equipo del sureste. La primera vez que fuimos a jugar a Rivas pueblo era solo una plaza con casas alrededor, aunque ya habían empezado a construir dos urbanizaciones, Pablo Iglesias y Covibar. Jugamos en el patio del primer colegio de Rivas, todavía sin vallar. Fíjate cómo ha crecido Rivas y todo el baloncesto que tiene ahora. Nosotros nunca podremos aspirar a eso".


Una de las fórmulas de financiación
en los primeros años eran las rifas.

Y es que el Chinchón es consciente de sus limitaciones. Desde los años ochenta, cuando los jóvenes de la localidad se reunían los domingos por mañana para jugar en la vieja pista de asfalto de La Estación. Muchos de ellos vivían en Madrid y solo acudían al pueblo algunos fines de semana o los veranos. En 1982 se inauguraron las instalaciones deportivas de la calle Sociedad de Cosecheros, que incluía una pista multiusos (para baloncesto, balonmano, fútbol sala y tenis, entre otros deportes) y, animados por la nueva cancha, al verano siguiente, los jugadores se plantearon formalizar el equipo. "Impulsados por Eugenio García, que fue el primer presidente, empezamos a moverlo, fuimos a la Federación para ver lo que costaba... y de la nada salió el club", recuerda Manolo Prados, que entonces tenía 18 años.

El Chinchón se inscribió en la categoría más baja, la Tercera División de la Federación Madrileña, y empezó a jugar en la pista multiusos, que, a pesar de ser nueva, también tenía sus inconvenientes. Como dice Manuel García, "al ser compartida, las canastas eran movibles, con ruedas, que enseguida se desgastaron. "El martes entrenaban los que vivían en el pueblo, y el viernes todos juntos" ¡Costaba dios y ayuda moverlas! Además, los tableros eran de madera. Nosotros procurábamos no colgarnos, pero alguno de fuera sí lo hizo y, más de una vez, los rompieron".

El entusiasmo de los jugadores contó con dos importantes estímulos. Por un lado, el jugador del Real Madrid Rafael Rullán solía acudir a Chinchón al estar casado con una vecina del municipio -"hija de un antiguo alcalde", puntualiza Manolo Prados-, y, en alguna ocasión, lo hizo junto a compañeros como Fernando Romay y Wayne Robinson. Por otro lado, y aún más importante, fue la colaboración del mesón El Duende, que había abierto sus puertas tres años antes. El mesón organizó una porra a beneficio del club que enseguida se convirtió en la principal fórmula de financiación, y que se ha mantenido de manera ininterrumpida desde entonces gracias al compromiso de sus dueños. De hecho, El Duende es la sede oficiosa del club y ejerce también de sala de trofeos.


Un equipo femenino de la temporada 2010-11, patrocinado por Reale.

El equipo seguía formado a medias por jugadores vecinos de Chinchón y por otros que, aunque nacidos en el pueblo, vivían en Madrid (como era el caso de Manolo Prados). La distancia era un hándicap insalvable. "Esa época no era como ahora. Los autobuses tardaban una hora y había dos de ida y dos de vuelta en todo el día. El equipo entrenaba dos días a la semana, pero el martes sólo podían hacerlo los que vivían en el pueblo. El viernes nos juntábamos todos para entrenar y jugábamos el fin de semana". La distancia a también dio pie a anécdotas. Como recuerdan en el club, "éramos el único equipo de la zona que tenía todos los partidos en Madrid y eso suponía un gasto muy importante en transporte. Una persona del club fue a la Federación a pedir una subvención y volvió enfadado porque le dijeron que los demás clubs también habían protestado porque tenían que venir hasta Chinchón".


La porra de El Duende sostiene a la economía
del club desde hace más de 30 años.

Desde el principio, el club tuvo la competencia del balonmano, con más tirón en el pueblo, y del fútbol (más tarde, también del fútbol sala), pero también una cantera en la Escuela Deportiva Municipal. Eso sí con muchos condicionantes, ya que los equipos son mixtos y con edades mezcladas. Una buena generación de niñas fue el germen del equipo femenino, que surgió en 1989. Durante 24 años, hasta la temporada actual 2013/14, el CB Chinchón contó con dos equipos federados. Siempre en las categorías más bajas y sin objetivos deportivos. "No tenemos problemas de ascenso ni de descenso...", bromean en el club. Incluso en ocasiones hubo algún añadido. "Un año tuvimos senior masculino, juvenil femenino y senior femenino, aunque este último lo inscribimos en un Campeonato local que había en Moratalaz", recuerda Manolo Prados

En 1998, se inauguró el polideportivo cubierto de La Estación, sobre el terreno en el que estaba la primitiva pista de asfalto. El club volvió a su ubicación inicial, aunque ahora a cubierto de las inclemencias del tiempo, "y con agua caliente, duchas, vestuarios... Nada que ver con lo del principio", apunta el tesorero. Con solo dos equipos, no había problema en compartir las instalaciones con el balonmano, la Escuela Municipal y los alumnos de instituto aledaño. ¿Una ocasión para crecer? No tanto, porque las mejoras también llegaron a otros deportes y la instalación de césped artificial aumentó el boom del fútbol.

El CB Chinchón ha sobrevivido durante más de treinta años gracias a la implicación y el compromiso. En ese sentido, cobran especial importancia las sagas familiares. En el caso de Manuel García, también jugó su hermano; en el de Manolo Prados, sus dos hermanos, una de sus hijas, dos sobrinos... Muchos de los fundadores aguantaron en las pistas hasta los 40 años. "Los niños están en la Escuela Deportiva hasta los 14 años y después hay un salto muy importante" Pero también ha influido la implicación de otras personas del pueblo. Desde los dueños del mesón El Duende ("otros deportes también intentaron hacer  porra en otros sitios, pero solo duró uno o dos años") hasta la delegación de Reale ("Eugenio siempre está pendiente y tiene la oficina llena de fotos nuestras") pasando por los médicos (Ramiro Fernández, César Ferrán...), que hacían los reconocimientos; el delineante José A. Manquillo, que diseñó el escudo del club; el grupo de teatro Arco Iris o todos los que ayudaron en rifas y actos benéficos. También hay apoyo municipal, aunque en plena crisis "las subvenciones no llegan cuando hacen falta, a principio de temporada, sino cuando se puede". La principal ayuda es el alquiler del polideportivo, incluido a cargo de la subvención.


En el mesón también están los trofeos y un balón firmado por
Rafael Rullán y compañeros suyos en el Real Madrid.

Junto a las dificultades presupuestarias, el mayor problema es la escasez de efectivos. El CB Chinchón no paga a sus jugadores. Ni siquiera el transporte. Es más, desde 2013, estos abonan una pequeña cuota anual para cuadrar el presupuesto. Por falta de jugadoras, el equipo femenino desapareció al final de la temporada 2013-14. Y eso que la mayoría de alumnos de la Escuela Municipal (entre 40 y 50 repartidos en cuatro equipos), son niñas, pero su recorrido en la Escuela termina a los 14 o, como máximo, 15 años, y no hay efectivos suficientes para federar equipos de base. "Antes podíamos federarlos con el senior a esa edad, pero ya no. Hay un salto importante y muchos jugadores o jugadoras se pierden por el camino". La solución es un sistema de "entrenamientos abiertos", invitar a chavales muy jóvenes y que aguanten entrenando hasta que lleguen a edad junior. También contar con jugadores llegados de municipios vecinos, como Valdelaguna, Belmonte de Tajo, Villarejo de Salvanés o incluso Aranjuez. La cercanía ha permitido que, al contrario de lo que sucedía al principio, ahora sí puedan entrenar todos juntos. Pero ante todo el club mantiene su identidad. Como dice Manolo Prados, "no tendría sentido tener un equipo en Chinchón para traer diez tíos de fuera, así que por lo menos el 50 por ciento son jugadores de aquí". Y apunta que "una vez dentro, no se echa a nadie; es más, solemos decirles que no vayan todavía, que no tenemos gente...". Eso sí, Manuel García puntualiza que "lo más importante es la ilusión y la responsabilidad. Lo que no se puede hacer es no llegar al partido porque te has acostado tarde la noche anterior".


El polideportivo de La Estación, donde el club entrena y juega como local

El problema de falta de efectivos se agrava en el caso de los entrenadores. "Si alguien nos pide 350 euros al mes durante diez meses se lleva la mayor parte del presupuesto. Para nosotros es impensable, Ni nos lo planteamos". La solución es que algún jugador realice el curso de entrenador y, en ese caso, el club subvenciona la mitad del coste. La trayectoria siempre es la misma: primero jugadores, después entrenadores y, en algunos casos, al final directivos. Fue el caso de Jesús Trigo, que llegó a entrenar en la cantera del Pool Getafe y se convirtió en el segundo presidente del club. Para este cargo, el Chinchón también va a lo práctico. "Solemos elegir como presidente al que, por domicilio o por trabajo, está más cerca de la Federación para llevar los trámites", reconoce Manuel García. A Jesús Trigo le sucedió en el cargo Óscar Cañadas y después llegó el actual, Julio González, ya miembro de una  nueva generación. Todos ellos exjugadores.

Los nombres van cambiando, pero el objetivo es el mismo que en los ochenta: "Que haya baloncesto en Chinchón, sin más pretensiones. Lo nuestro es otra historia porque las condiciones no dan para más. Aunque este sea un pueblo turístico, no es un pueblo rico". ¿Y si algún día hay dinero? "Que mañana alguien dice que va a poner 10.000 euros cada año... entonces nos gastaremos 7.000 y nos guardaremos 3.000 para cuando se acaben las perras, que después de lo que hemos visto durante estos años en otros sitios ya sabemos lo que puede pasar".


El único equipo de la temporada 2013-14, con algunos invitados al entrenamiento.
El segundo de pie, empezando por la izquierda, es Manolo Prados;
el último, Manuel García, tesorero durante toda la historia del club.

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