'La comunicación con eficiencia'... dentro y fuera de la pista. La XXIV Charla Magistral, organizada por la Escuela de Entrenadores de la FBM en colaboración con el club Valcude y el Ayuntamiento de Alcobendas, giró sobre la importancia de la comunicación, sobre cómo hacerla más efectiva y su aplicación a los entrenamientos, los partidos o las situaciones conflictivas en el día a día de un entrenador. Ante un centenar de técnicos en proceso de formación, Gonzalo Pérez aportó datos, dio consejos y se apoyó en vídeos para enseñar a comunicar de la forma más eficaz posible, siempre con emoción y pasión, en este caso por el baloncesto.

Ante todo, Gonzalo Pérez, entrenador superior, coordinador de minibasket en el colegio Estudio y docente en el mismo centro, descartó las verdades absolutas y apostó por la duda: "No hay que creer que lo sabemos todo. Hay que que dudar y seguir formándonos, sobre todo ahora que tenemos muchas posibilidades de hacerlo en estas charlas, en internet..." En el caso de los entrenadores de baloncesto el objetivo es aprender a comunicar "la pasión por el basket. Ser capaces de comunicarla para conseguir mejores jugadores".

Gonzalo Pérez, en un momento de la charla, celebrada
en la Ciudad Deportiva Valdelasfuentes de Alcobendas.

A partir de ahí, Gonzalo Pérez entró en las claves de la comunicación, las que llevarán al éxito o el fracaso de la interacción con otro. Entre ellas está el conocimiento, saber exactamente lo que queremos expresar para no generar dudas. Pero el técnico sentenció que, sobre todo, "la comunicación es emoción". Hay habilidades para comunicarse mejor, como interesarse por los demás, evitar disputas, empezar la conversación con comentarios favorables, preguntar solo cuando nos interesan las respuestas... Y también interferencias, ruido: ocultar información, dar rodeos, ser incoherente... Incluso una interferencia puede ser presentar el mensaje siempre con órdenes. "A veces somos entrenadores de play station -reconoció Gonzalo Pérez-, parece que tenemos el mando en la mano y no debe ser así. Hay que dejar que el jugador se equivoque y aprendar del error".

Tras resaltar la importancia de la comunicación no verbal (un 93 por ciento sobre el 7 por ciento de la verbal), el técnico repasó la escucha activa; es decir, empatizar y entender lo que el interlocutor nos dice. En este caso, los jugadores. "Hay que aprender a escuchar a los jugadores", señaló. Las ventajas de la escucha activa dentro del grupo son muchas, como generar confianza, eliminar tensiones o fomentar el respeto. "El respeto y la tolerancia son muy importantes en la vida, y también el baloncesto", dijo Gonzalo Pérez antes de aplicar todo lo explicado al día a día de un equipo de baloncesto. Apoyado en vídeos (incluso de películas como Parque Jurásico, El lobo de Wall Street y Bienvenido, mr. Marshall) aportó herramientas para comunicar de la forma más rápida, ágil y efectiva posible en los entrenamientos, las charlas prepartido o los tiempos muertos. Siempre con mensaje positivos: "Hay que hacer creer a los jugadores que son muy buenos, que hacen algo bien... que salgan de los entrenamientos con una sonrisa". Para ello es vital saber manejar las emociones y transmitir soluciones a los problemas que surgen sobre la marcha.

El técnico apoyó sus explicaciones con vídeos o fragmentos de películas.

Precisamente, la XXIV Charla Magistal terminó con consejos para superar posibles situaciones conflictivas: enfrentamientos entre jugadores, con ellos o con otras personas que forman parte del día a día de un club. Entre otras recomendaciones, Gonzalo Pérez aconsejó actuar lo antes posible, tener una perspectiva amplia y poner la profesionalidad por encima de la personalidad. Incluso ante un enfrentamiento inesperado hay que saber "mantenerse firme y no mostrar debilidad", porque "tan importante como el mensaje es cómo se transmite". Y la pasión a la hora de hacerlo volvió a quedar clara en el último vídeo, que recordó a Jim Valvano, entrenador de la NCAA recordado, además de por sus logros deportivos, por la actitud al enfrentarse al cáncer que le costó la vida en 1993.

Un centenar de técnicos en proceso de formación acudieron a Alcobendas.